martes, 7 de julio de 2020

LA GENERACIÓN DE 1898 Y EL AFÁN DE MODERNIZAR ESPAÑA

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

En el siglo XVI, cuando el imperio español estaba en su esplendor tenía territorios en los cinco continentes. En tiempos del Emperador Carlos V (rey de 1519 a 1556), se puso de moda la frase “El Imperio en el que nunca se pone el sol”.



Con el paso de los siglos, España fue perdiendo territorios y hubo un año dramático, 1898, en el que acabó de perder sus últimos dominios de ultramar: Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Con estas derrotas, España mostró que no tenía un ejército moderno y bien equipado.

Intelectuales, periodistas, pensadores, científicos, políticos, catedráticos de la península ibérica mostraron su gran pesar y se creó “La Generación de 1898” con un ansia renovadora.

Surgieron literatos, pedagogos y filósofos como Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, José Martínez Ruiz (“Azorín”), Pío Baroja, Antonio Machado entre otros muchos.

¿Qué planteaban? Que España tenía que modernizarse y entrar en el progreso económico, industrial, tecnológico, agrícola, ganadero, minero; fomentar las exportaciones comerciales con el resto de Europa y otras naciones.

Antonio Machado sostenía que había que “contraponer la frívola España de la charanga y la pandereta que muere, con la laboriosa España del cincel y del martillo”.

Miguel de Unamuno (1864-1936) repetía la frase: “Me duele España” como una preocupación patriótica al considerar el atraso de su país frente al empuje y desarrollo del resto de Europa. Y animaba a sus conciudadanos a ponerse en marcha para mejorar esa deplorable situación de pobreza, atraso e ignorancia.

Sus obras más conocidas son: “El Cristo de Velázquez”, “Rosario de Sonetos Líricos”, “Teresa” y su magnífico ensayo “Vida de Don Quijote y Sancho”.

Algunos como Ramiro de Maeztu (1875-1936) propusieron “la defensa de la Hispanidad” con la finalidad de exaltar los valores tradicionales, crear un orgullo por la Patria y depositar más fe en su futuro. Son conocidos sus ensayos sobre “La Celestina, “Don Juan”, “Don Quijote”.

“Azorín” (1873-1967) recomendó cuidar más el lenguaje y volver a los clásicos de la Literatura Española. Creó un lenguaje sencillo y llano. Su estilo consiste en frases cortas, separadas por el punto y como o el punto. Sus obras en las que escribe, por ejemplo, a los pueblos son una delicia para el lector y un modo de aprender a redactar mejor el castellano.

A modo de ejemplo, se encuentran sus obras “Castilla”, “Los pueblos”, “Don Juan”, “Doña Inés”, “Félix Vargas”. En teatro son conocidas sus obras: “La Muerte en lo Invisible”, “El Tiempo en Angelita” y “Ensueño en Cervantes o la Casa Encantada”.

Algunas novelas de Pío Baroja (nacido en 1872) son de carácter psicológico en las que estudia cuidadosamente el pensamiento de algunos personajes que reflejan las ideas del novelista. Por ejemplo, “Camino de Perfección” y “El Árbol de la Ciencia”.

En sus novelas históricas, que tienen una clara influencia de su antecesor, Benito Pérez Galdós (1843-1920), tratan de episodios de la historia de España, desde la Guerra de Independencia hasta la fecha en que fallece en 1956. Es famosa su novela “Memorias de un hombre de Acción”.

Antonio Machado (1875-1939) es el llamado “Poeta de Castilla”. Fue catedrático de los institutos en Soria, Baeza y Madrid.

Escribe con sobrios y bellos versos. Su paisaje es descrito con los más adecuados matices.

Su estilo poético es grave y reflexivo. No busca la perfección externa, sino la sinceridad y la emoción. En su poesía gusta de filosofar, utilizando muchas veces proverbios y dichos populares. Sus pensamientos, que pone en boca de “Juan de Mairena” se expresan a veces en prosa y alcanzan una notable profundidad ideológica.

A Machado no le interesa el “preciosismo” de la forma que tanto buscan sus contemporáneos, los poetas modernistas. Por el contrario, es un poeta meditabundo y grave que canta el paso del tiempo en la vida humana y busca la transparencia en su expresión y no los primores de estilo.

Un botón de muestra:

“Converso con el hombre que siempre va conmigo / -quien habla solo, espera hablar a Dios un día; / un soliloquio es platica con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía /. (…)

“Y cuando llegue el día del último viaje / y esté al partir de la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”. /

Los literatos de la “Generación de 1898” ejercieron una importante influencia en el pensamiento y en los escritores de los años posteriores y sembraron la conciencia de modernizar a España.

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