martes, 30 de junio de 2020

LA IMPORTANCIA DE LOS PADRES EN LA FORMACIÓN DE SUS HIJOS

Raúl Espinoza Aguilera,

@Eiar51

Acaba de pasar el “Día del Padre”. Esta fecha me ha hecho recordar que durante 15 años estuve dando clases en una primaria y secundaria llamada “Educar, A.C.”, en el municipio de Ixtapaluca (Estado de México). Me parece que aprendí de los alumnos, profesores y de sus padres mucho más que lo que yo pude haberles enseñado. Por su alegría, testimonios de vida de sacrificio en el trabajo cotidiano y de entrega responsable en sus deberes como padres.


Los papás seguían muy de cerca la formación académica y humana de sus hijos. Y ellos mismos participaban en convivencias especialmente destinadas a proporcionarles cursos para que desempeñaran mejor su labor como padres y esposos.

Tengo muy grabada una frase de uno de ellos quien, al final de una de esas convivencias, me comentó: “¡Muchas gracias por darnos estos cursos tan necesarios! ¡Es que nadie nace sabiendo cómo ser un buen padre!”

En otra ocasión, les pedí a los alumnos de primero de secundaria que dibujaran cómo era el ambiente de sus casas. Me llamó la atención que, uno de ellos, dibujó únicamente una gran televisión y abajo una frase: “Me gustaría ser un aparato de televisión”.

Como no capté el sentido de su dibujo ni de su mensaje e intuí que algo le ocurría al muchacho, al final de la clase lo llamé aparte y le pregunté por el significado de su dibujo. “Sí, profesor. Es muy sencillo: mi papá está poco tiempo en la casa. Y cuando llega, enseguida prende la televisión y no platica ni conmigo ni con mis hermanos. Le pregunto algo y ni me contesta o como que se molesta. Cuando llega el domingo, invita a sus compadres a ver el futbol. Sólo habla conmigo para pedirme que vaya a la tienda a comprarle cervezas. Por eso es que me gustaría ser televisión: para que me mire, platique y se interese por mí.

Al poco tiempo, cité a este padre de familia al colegio. Le mostré el dibujo y la relaté la conversación que había tenido con su hijo. Le recordé amablemente algunos de los conceptos explicados en los cursos de capacitación familiar. Y su respuesta fue magnífica porque me dijo que no era consciente de su teleadicción en detrimento de la atención y formación de cada uno de sus hijos e hizo el propósito de corregirse en este punto y algunos otros.

En otra ocasión, se les pidió a los alumnos de sexto año que elaboraran, con cartón y otros materiales, edificios como hospitales, aeropuertos, multifamiliares, etc. Me impresionó que, desde muy temprano, aparecieron las mamás y los papás –acompañando a sus hijos- con ese trabajo escolar ya que se les había dicho que habría un concurso y se entregarían premios para los tres mejores proyectos. Los padres, muy solidarios, estaban tan interesados como los alumnos.

Finalmente, un tema recurrente para conversar con los papás era que se plantearan ambiciosas metas profesionales para con sus hijos. En ese tiempo, principios de los años noventa, la mayoría eran agricultores o ganaderos. Sé que muchas familias hicieron ahorros e importantes sacrificios para enviar a sus hijos a la universidad. Y, a la vuelta de los años, da mucho gusto comprobar que ahora son destacados ingenieros, abogados, administradores de empresas, pedagogos, etc.

Sin duda, el mérito es tanto de los padres como de las madres y, por supuesto, de los alumnos por su empeño y dedicación. Los padres les han brindado una educación esmerada y un cariño manifestado con obras, que se han quedado grabados para siempre en las mentes agradecidas de sus hijos.

sábado, 27 de junio de 2020

¿CÓMO CONVERTIR LA MÚSICA EN ORACIÓN?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Hay una población en Italia de nombre muy breve, se llama “Lu”. A fines del siglo XIX no había ningún sacerdote oriundo de ese pueblo, donde vivían cerca de 4000 habitantes. Un día se reunieron ocho mujeres piadosas y se dijeron “Con la oración lo podemos todo: Vamos a pedir al Señor, todos los días, un sacerdote hijo de nuestro pueblo”. 


Y comenzaron a rezar todos los días. Durante once años rezaron sin ver fruto, pero seguían rezando Después de esos once años llegó la primera vocación. Y siguieron rezando con mucha fe. Y en los siguientes cincuenta años salieron de aquel pequeño pueblo quinientas vocaciones de sacerdotes, religiosos y religiosas. La eficacia de la oración viene avalada por la promesa de Jesús: “Pedid y se os dará” (Mt 7,7)

El Papa Francisco, en su reflexión sobre la oración, quiso tomar como ejemplo al rey David. Recordó que a Jesús se le nombra “hijo de David”, al ser su descendiente. David era una persona sensible que amaba la música, la poesía y el canto, y las volvía oración: en un himno de alegría, en un lamento o para confesar su pecado. A él se le atribuyen varios salmos de la Biblia, que son oración a Dios.

2) Para pensar

En un reportaje que atrajo mucha atención en Irlanda y Estados Unidos, se transmitió la historia de Niall McDonag, un exfutbolista que recibió el llamado al sacerdocio tras una lesión deportiva, y por otros eventos trágicos que marcaron su vida.

Contaba Niall: “Mi prioridad número uno en la vida en ese momento era el deporte y de ahí solía obtener toda mi felicidad. En aquel tiempo era una persona muy superficial que vivía atrapada en su apariencia. Recuerdo que después de que me lesioné jugando al futbol, el cirujano me dijo: ‘Mira Niall, en el peor de los casos, tendremos que amputarte la pierna’. Fue como un cuchillo para el corazón… Eso me hizo volver a mirar hacia Dios en busca de misericordia”.

Además, tenía poco meses de que su padre, su hermano y un primo habían fallecido. Su hermano había dejado una Biblia y comenzó a leerla. Así comenzó a tener relación con Dios. Se dijo: “No puedo cambiar mis circunstancias, pero me veo obligado a cambiar yo mismo”. Dejó su trabajo en Dublín y se mudó a Nueva York para ingresar al seminario. Ahí se ofreció como voluntario en la atención de indigentes y drogadictos.

Pensemos si sabemos aprovechar las circunstancias para fomentar nuestra relación con Dios.

3) Para vivir

El rey David no fue un hombre perfecto, sin embargo alcanzó la santidad. Su vida tiene luces y sombras, pero su amor a Dios le llevó a no abandonar su oración y rectificar cuando se desviaba. David santo, reza y David pecador, reza. Sea con tonos de júbilo o de lamento. 

Comenta el Papa Francisco que también nosotros tenemos trazos opuestos, pero, como el rey David, nuestras vidas han de ener un hilo conductor que dé unidad a todo: la oración. David nos enseña a poner todo en el diálogo con Dios: tanto la alegría como la culpa, el amor como el sufrimiento, la amistad o una enfermedad.

David es noble porque reza, pues la oración da nobleza. La nobleza de la oración nos deja en las manos de Dios. Esas manos plagadas de amor: las únicas manos seguras que tenemos.

jueves, 25 de junio de 2020

50 AÑOS DE UNA NOVENA INOLVIDABLE

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Hace 50 años estuvo en México uno de los santos más representativos del siglo XX, San Josemaría Escrivá. Vino atraído, como tantos otros hombres de Dios, por la Virgen de Guadalupe.


En efecto, como dijo Benedicto XIV, un Papa del siglo XVIII refiriéndose al “hecho guadalupano”: “no ha hecho cosa igual con otra nación”. No son pocos los santos que han venido a postrarse a los pies de la Virgen.

San Josemaría lo hizo, y a 50 años de distancia podemos tener una cierta perspectiva para valorar los frutos de su oración ante la Virgen. ¿Qué ha sido de las intenciones que bullían en su interior y que de cierta forma le obligaron a dejar Roma y cruzar por primera vez el Atlántico para orar frente a la Tilma de Juan Diego? Sabemos que Dios no es el genio de la lámpara, atento a cumplir nuestros deseos, y que para Él “mil años son como un día y un día como mil años”, pero también que siempre nos escucha, más si le hablamos a través de su Madre, como deja admirable testimonio el primero de sus milagros, según nos narra el evangelio. 

¿Qué fue de esa oración? ¿Fue escuchada? ¿Tenemos alguna pista?

San Josemaría realizó una novena de oración en la antigua Basílica de Guadalupe del 16 al 24 de mayo de 1970. Testigo de esa novena fueron cinco personas, de las cuales solo una queda viva. Testigo privilegiado de aquella oración fue don Javier Echevarría, con el tiempo Obispo Prelado del Opus Dei, su segundo sucesor. 

A él personalmente le escuché alguna ocasión decir que fue una de las más, si no la más subida oración del santo. Él tuvo la clarividencia de transcribir la oración que San Josemaría iba haciendo en voz alta a la Virgen, intercalada entre los misterios del rosario que rezaban. Gracias a él sabemos algunas de las intenciones por las que San Josemaría pidió expresamente aquellos días.

A grandes rasgos, podrían resumirse en tres sus intenciones principales: la paz del mundo, la Iglesia, y la institución por él fundada, el Opus Dei. Eran años difíciles de la Guerra Fría, donde las potencias mundiales enseñaban los músculos, haciendo amago de usar su poderío nuclear, o exportando la revolución a los confines del planeta. Eran los años de plomo del postconcilio, caracterizados por una dolorosísima pérdida de vocaciones. Cerca de 17 mil sacerdotes colgaron la sotana y 25 mil religiosos abandonaron los hábitos; había una crisis práctica de desobediencia al Papa dentro de la Iglesia y un gran desorden moral. Parecían cerrados todos los caminos para alcanzar la estructura jurídica adecuada para el Opus Dei dentro de la Iglesia. Como se ve, no le faltaban temas para pedir humildemente a los pies de la Virgen.

En las transcripciones de su oración consta que pidió por la conversión de Rusia, por el fin del comunismo, por la libertad religiosa en los países del este de Europa. A 50 años de distancia vemos que eso es una realidad, y uno de los presentes en esa novena pudo rezar el rosario en la Plaza Roja de Moscú, ciudad donde ya hay casas del Opus Dei, así como en casi todos los países que estaban del otro lado del “Telón de Acero”. La dolorosa crisis postconciliar de la Iglesia llegó a su fin durante el pontificado de un Papa profundamente mariano, peregrino también de la Virgen de Guadalupe, San Juan Pablo II. El Opus Dei alcanzó su configuración jurídica definitiva en 1982, después de la muerte de su fundador. La tensión por la Guerra Fría se disipó con la caída del Muro de Berlín y la “Revolución de Terciopelo”, entre 1989 y 1991. 

San Josemaría, a partir del cuarto día de su novena, dijo que la Virgen ya lo había escuchado, y comenzó a dar gracias.

¿Falta algo por cumplir? Sí. En el último día de su novena, al calor de los misterios del rosario, va haciendo una petición concreta por cada uno de los continentes. Al tocarle el turno a Asia pide muy especialmente por China y la libertad de practicar la fe en ese país. Aunque a partir de los años 80 del siglo XX -bajo el mandato de Deng Xiaoping- se suavizó un poco el férreo control del estado, últimamente con Xi Jinping se está recrudeciendo la persecución contra los cristianos en ese país. Es una asignatura que tiene todavía pendiente la Virgen. 

A 50 años todavía quedan temas para rezar, San Josemaría celebra su fiesta el 26 de junio, hagamos eco a la oración de su novena.

miércoles, 24 de junio de 2020

OCIO Y NEGOCIO. ¿TRIUNFADOR O DAMNIFICADO?

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Quizá nos hemos dado cuenta que cuando estamos intranquilos dirigimos la ente a pensar de forma negativa acerca de uno mismo y del mundo que nos rodea.


Aunque estos pensamientos están distorsionados y son de ordinario irracionales, nos parecen muy reales al grado de autoconvencernos de que el entorno es en verdad tan negro como nos imaginamos.

En torno a la pandemia que nos rodea notamos que la información que recibimos se encuentra aderezada con suficientes elementos informativos de corte pesimista, que desencadenan la creación de valoraciones mentales originantes de estados anímicos muy cercanos a la tristeza o depresión. "Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias." (Don Quijote de la Mancha)

Cuando centramos la atención en hechos negativos y no prestamos ojo a señales positivas, que de hecho existen, las facultades emocionales acaban girando en torno a un solo núcleo de significado, el foco de análisis nos vuelve obsesivamente desmoralizados.

Si queremos sentirnos mejor se impone la necesidad de revalorar los pensamientos ilógicos y nocivos para presentar frentes de batalla aquí y ahora para disminuir el estrés emocional. Si consideramos las decepciones como excepciones ganaremos la contienda a un contrincante feroz apodado “Filtro Mental”.

En efecto, ésta distorsión de valoración consiste en filtrar o desechar los entornos positivos para retener en la memoria exactamente lo negativo. Cuando el atasco de imágenes desfavorables se vuelve crítico autogeneramos la percepción de unión interna con el mal dañino y lo consideramos como propio, es decir, unido a la existencia.

De esta forma, el pensamiento ilógico desemboca en la tristeza, emoción humana que más daño ocasiona a la persona porque significa la unión con el mal considerado ya presente. Es la que más deteriora la mente porque el movimiento esencial de la vida humana es hacia el bien y no hacia el mal. Naturalmente nos movemos para conseguir lo que consideramos un bien.

Para desterrar el “filtro mental” es preciso aprender a elaborar verdaderos pensamientos positivos para encuadrar los incidentes en su justa dimensión y ajustarlos en un formato más razonable.

Por ejemplo: considerar solamente que “la pandemia crece día a día; se muestra imparable; no se conoce todavía la vacuna adecuada; es la peor tragedia que hundirá la economía, etc, etc.” nos conduce directamente a la enfermedad mental de la depresión.

Me parece más razonable considerar: “si bien la pandemia no es deseable por muchos motivos, es un evento que me permite desarrollar la paciencia para sufrir y tolerar adversidades; puedo incrementar la empatía con los demás; es una oportunidad para ensanchar la creatividad en la convivencia familiar; me permite intensificar la lectura o el estudio; es una encrucijada que concede tiempo para conocer más a los amigos; es una época para recibir o regalar solidaridad así como rediseñar el trabajo profesional”.

Un buen triunfo consiste en elaborar un pensamiento positivo cada día y representarlo en la memoria con frecuencia. Y mejor todavía si logramos dos valoraciones eficaces.

SI QUIERES, PUEDES SER FELIZ

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

“Editorial Panorama” ha publicado un libro de mi autoría, titulado: “Si quieres, puedes ser feliz” que me parece que viene muy bien para estos tiempos de pandemia en que muchas personas se encuentras desesperadas, pesimistas, sin paz interior; en un permanente estado de desconcierto o mal humor ante esta excepcional situación que estamos viviendo en los cinco continentes.


Para conservar la salud mental es recomendable: 1) Aprovechar bien el tiempo y tener la mente ocupada en asuntos constructivos. Tengo amigos que dedican a impartir clases o conferencias virtuales para su universidad o bachillerato, o bien, sobre humanidades o temas de empresa; 2) otros se han dado a la tarea de tomar cursos de computación o de otras áreas del saber on line, de intensificar sus conocimientos de inglés, de leer clásicos de la literatura universal, biografías de grandes personajes de la historia; 3) algunos se han centrado en convivir mejor con su esposa e hijos –sin dejar su trabajo habitual vía virtual- y reconocen que los tenían un tanto abandonados en tiempos de actividades normales. Comentan que es una buena ocasión para poner orden material en toda su casa; 5) Desde luego, es también un tiempo para mantener o incrementar el trato con los familiares, las amistades y conocidos de la escuela o universidad que, a través de las redes sociales, se pueden volver a contactar de modo eficaz.

Ante estas circunstancias resulta fundamental el pensar en positivo porque de nada sirve angustiarse o sobredimensionar los hechos objetivos. La cuestión es mantener el buen ánimo, la serenidad, la alegría y transmitirla a nuestros seres queridos y a quienes nos rodean. 

El escritor Romano Guardini afirmaba que para mantener la paz, la armonía y el equilibro interior, las personas “deberían de ser aceptarse a sí mismas, aceptar a los demás como son (y no como nos gustaría que fueran) y aceptar lo que ocurre en el entorno social”. A Guardini le tocó vivir de cerca la Segunda Guerra Mundial con todo tipo de privaciones y sufrimientos. Y esa filosofía de vida le ayudó en forma considerable.

Muchas personas se han preguntado en estos meses de cuarentena, ¿cuál es le verdadero sentido de la vida? ¿cómo se consigue la felicidad? ¿Está acaso en el sexo?, ¿en el dinero?, ¿en el poder?, ¿en los placeres o bienes materiales? Conviene recordar que las personas somos seres abiertos a la trascendencia. Nuestro destino no concluye aquí en la tierra. Teniendo claro este punto de partida, se llegan a otros temas fundamentales.

Relacionado con estos cuestionamientos, en otro apartado de mi libro analizo:

¿Cuáles son las características de una personalidad centrada y equilibrada? Y enumero: 

1) La objetividad; 

2) la autonomía e independencia para valerse por sí misma;

3) la capacidad de amar y darse generosamente a la persona amada y a los demás;

4) Tener sentido de la responsabilidad;

5) Poseer una visión amplia, es decir, considerar en forma panorámica la vida y a los demás. Engloba las metas trazadas en el campo profesional, familiar, personal, religioso, económico, político, estético, etc.

6) Tener sentido ético, capaz de distinguir acertadamente entre el bien y el mal. No relativizar los hechos que le ocurran a la persona ni caer en el subjetivismo cómodo y de mera conveniencia y mantenerse coherente con los valores a lo largo de toda la existencia.

7) Capacidad de reflexión. En una sociedad que se mueve vertiginosamente y con demasiadas prisas como la nuestra, conviene tener momentos de calma para meditar sobre nuestros propios actos (introspección), sacar consecuencias y corregir el rumbo, si hace falta.

8) Sentido de humor. Es la chispa de la vida sana para aprender a ver los problemas con cierta distancia; no perder la alegría ni el entusiasmo y, en ocasiones, cuando sea necesario, aprender a reírnos de nosotros mismos. Es decir, tener la saludable actitud de aprender a desdramatizar los hechos y situarlos en su justa dimensión.

9) Capacidad de entablar amistades profundas y duraderas. No hay mayor alegría que tener muchos amigos y cultivar esas amistades por toda la vida. ¡Cómo se disfrutan esos encuentros cuando los viejos amigos se reúnen y recuerdan divertidas anécdotas de la infancia, la adolescencia o episodios de la vida pasada!

10) Seguridad y flexibilidad. Por una parte, es importante ser congruente con los ideales planeados y tener firmes convicciones. Pero a la vez, no se puede caer en el inmovilismo y resistirse a cualquier cambio. Porque vivir supone incorporarse un torrente de cambios –más en nuestro tiempo- por ello hay que estar vigilantes y luchar contra esa tendencia de la rigidez mental.

11) Manejo de la frustración. No hay persona que no cometa errores o equivocaciones. Todos, sin excepción, somos seres imperfectos. Hay quienes “se hunden” ante sus propios fracasos, pequeños o grandes. Pero hay que aprender que de cada caída o error siempre se puede aprender algo positivo. Los modernos pedagogos y pensadores de recursos humanos en las empresas animan al personal a transformar esas limitaciones y visualizarlas como “retos”, “desafíos” o “áreas de oportunidad”. Y considerar el lado positivo o de aprendizaje que entraña alguna problemática concreta.

12) Manejarse por objetivos. Si no hay una guía clara en la vida es como un barco sin brújula que fácilmente se pierde en el inmenso mar y casi seguro no llegará a buen puerto. 

En definitiva, la integración de la personalidad madura abarca múltiples aspectos, pero podemos afirmar que toma en cuenta tanto lo humano como lo espiritual, debido a que tiene una visión trascendente de la existencia humana.

viernes, 19 de junio de 2020

UNA CÉLEBRE ANÉCDOTA DE THOMAS ALVA EDISON

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Es muy provechoso leer biografías de los santos, pues nos señalan de modo concreto cómo reaccionaron ante diversas circunstancias.


Sucedió durante un viaje apostólico de san Juan Pablo II. En el vuelo, el Papa iba rezando la Liturgia de las Horas junto a la ventanilla. Al piloto le llegó un mensaje urgente para el Papa. Se lo dieron a uno de sus colaboradores. Inmediatamente se dirigió al asiento del Papa y esperó a que volteara para decírselo, pero seguía rezando. Se movió impaciente para llamar su atención, pero seguía rezando.

Impaciente, comenzó a toser para llamar su atención. Por fin, el Papa levantó la mirada, preguntando si se ofrecía algo, pues estaba rezando. “Sí Santidad, traigo un mensaje muy urgente y grave”. El Papa le dijo con calma: “Entonces, si es muy grave, el Papa debe seguir rezando más”. Y siguió rezando.

Una lección donde se sabe valorar los momentos en que se está hablando con Dios. El Papa Francisco en su catequesis sobre la oración nos señala la importancia de la intercesión. Tomó como ejemplo a Moisés, el cual, por su amistad con Dios, siempre oró por su pueblo, no obstante que fallaba.

2) Para pensar

La oración de intercesión de Moisés fue efectiva y el pueblo se vio beneficiado de las gracias divina. Dios, que es quien suscitaba esa oración de Moisés, es más generoso de lo que podemos imaginar. A veces podemos pedir con poca fe, y Dios nos sorprende con un don mayor. 

Hay una anécdota en la vida del inventor Thomas Alva Edison que nos lo recuerda. Sucedió cuando Edison comenzó a comercializar sus inventos.

Había diseñado en su estancia en Wall Street un indicador de cotizaciones electrónico y automático. El aparato servía para tener informados a los agentes de Bolsa de los precios de las acciones.

Se dirigió Thomas al presidente de una gran compañía de Wall Street para ofrecerle su invento. Dudaba cuánto pedir por él. Pensó que con dificultad le daría tres mil dólares o tal vez alcanzaría a pedir cinco mil, que en el año 1870 ya era una cantidad respetable. Se lo mostró y cuando llegó el momento de ponerle precio, se puso nervioso y mejor dijo: “Hágame usted una oferta”. 

Casi se desmaya cuando el hombre de Wall Street le respondió: “¿Qué le parecen cuarenta mil dólares?”

A veces nuestra visión es muy limitada. Pensemos si nos falta confiar más en la omnipotencia divina.

3) Para vivir

La oración de Moisés es semejante a la de Jesús. Moisés, a pesar de sentirse indigno, siente misericordia por los pecados de su pueblo y ora por él. Jesús, desde la Cruz, intercede por sus verdugos. Por ello es el Pontífice, es decir, el “puente” entre Dios y los hombres. Y nos invita a serlo también. Son “puentes”, no solo el Papa o las personas entregadas a Dios, también los niños, los enfermos, las madres de familia, los laicos, cualquier bautizado que ora, puede interceder. Todos podemos ser esos “puentes” entre Dios y los demás.

El mundo vive y prospera gracias a la misericordia de Dios que escucha nuestras oraciones de intercesión. Concluye el Papa invitándonos a que cuando nos entren las ganas de condenar a alguien y nos enfademos, no condenemos, sino intercedamos por él, y esto nos ayudará mucho.

miércoles, 17 de junio de 2020

GILBERT KEITH CHESTERTON: MAESTRO DEL SENTIDO COMÚN Y EL BUEN HUMOR

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

El escritor inglés, Gilbert Keith Chesterton nació en Londres en 1874 y falleció en Beaconsfield (Reino Unido) en 1936. Fue periodista, poeta, novelista y ensayista.


De joven fue agnóstico y simpatizaba con el espiritismo. Después se incorporó a la iglesia anglicana. Posteriormente, mantuvo constante correspondencia con el intelectual Maurice Baring y el Padre Ronald Knox. Después de un largo itinerario, terminó por convertirse a la Iglesia Católica en 1922, al igual que su esposa.

Su conversión causó un enorme revuelo en Inglaterra. Sufrió malos tratos y persecución por este hecho. Debido a ello escribió: “¿Por qué soy católico?” en la que demuestra, entre otros muchos temas, porqué la católica es la verdadera y que en la religión no hay una incompatibilidad entre fe y razón y menos fanatismo.

Por ello escribía, con cierta ironía: “La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, pero no la cabeza”.

Sus obras más conocidas son: “La Esfera y la Cruz”, “Ortodoxia”, “El Hombre Eterno”, “El Hombre que fue Jueves”, “El Hombre Vivo” (aborda la importancia de la fidelidad conyugal), el serial de novelas sobre el sacerdote y detective, “Padre Brown” (una especie de Sherlock Holmes), “El Napoleón de Notting Hill”, etc.

Chesterton poseía un imponente sentido común, “que es el menos común de los sentidos”, como afirmaba el intelectual francés, Reginald Garrigou-Lagrange. 

Y, además, a este autor inglés se le admira en todas sus obras por su chispeante alegría, gracia y sentido de humor. Afirmaba con seguridad que “la alegría es el gran secreto del cristianismo”. Chesterton era optimista por naturaleza y escribía con firme persuasión: “El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo”.

Era un sabio y un apologista nato, pero era consciente de que se podía equivocar y conservó siempre su sencillez y humildad. Dos anécdotas dan prueba de este hecho. Era un hombre bastante obeso y sabía reírse de sí mismo por esta realidad. 

Comentaba divertido que era el hombre más caballeroso de Gran Bretaña porque cuando se levantaba del autobús de pasajeros, dejaba dos lugares libres (y no sólo uno) para un par de señoras. Otra anécdota es que cada vez que daba una conferencia y con su masa corpulenta se sentaba en una mesa frente al micrófono, cuando se dirigía a su nutrido auditorio, solía afirmar -en tono jocoso- que, su obesidad no era sino el efecto de una distorsión del micrófono que tenía frente a él y que no le dieran mayor importancia.

Fue un gran promotor de la vida humana, de la adecuada educación de los hijos y de la familia. Afirmaba: “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es en una oficina ni en un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”.

Admiraba profundamente la naturaleza y todo lo creado por Dios. Se identificaba on los niños por asombrarse ante lo más elemental y sencillo: un amanecer, el fluir del agua en un río, el mar impetuoso, un cielo estrellado, la belleza de un bosque o de un jardín, el cantar de las aves… Por ello escribía: “La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta”.

Pero también era una persona extrovertida y amiguera. Todos los días frecuentaba a sus amigos e intelectuales en el típico “pub” (bar) inglés y ahí discutía y polemizaba sobre innumerables temas e intercambiaban sus respectivos escritos. Sabía divertirse sanamente y le gustaba la buena cerveza. Tal vez por eso afirmaba: “Beban porque son felices, pero nunca porque se consideren desgraciados”.

Fue un hombre que se adelantó a su tiempo y tuvo una visión profética sobre la familia y la situación política de Europa. Sostenía que si se destruyera la familia, se afectaría gravemente a la sociedad. Sobre el ateísmo, consideraba que “cuando se deja de creer en Dios, pronto se cree en cualquier cosa”. Por ello consideraba que era necesario mantenerse congruentes y firmes en la verdad.

Frente a las ideologías imperantes del Positivismo y el Liberalismo, sostuvo con soltura y agudeza que la inteligencia humana es un poderoso instrumento que las personas tenemos para debatir mediante argumentos convincentes y que la capacidad de razonar supera con creces todas esas visiones reduccionistas y distorsionadas de la realidad.

También fue un gran promotor de la democracia y de la libertad. Escribía: “No puedes hacer una revolución para tener la democracia. Debes tener la democracia para hacer una revolución”. 

Aunque murió en 1936, profetizó la Segunda Guerra Mundial que estalló el primero de septiembre de 1939. Y veía en Adolfo Hitler    -si las naciones no lo frenaban- a un dictador que llevaría al mundo a una conflagración internacional.

Lo sorprendente de este autor inglés es que sus obras se siguen reeditando y los jóvenes las buscan con particular interés. Considero que su gran secreto para argumentar ha consistido en respetar con amabilidad al contrincante y nunca perder la alegría y el sentido de humor. Esa afortunada mezcla de elementos ha hecho que Gilbert Keith Chesterton sea considerado un escritor inmortal.

NUEVOS MUNDOS. SALUD MENTAL Y BENEFICIOS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Los acontecimientos externos proyectan situaciones que exigen la interpretación personal que genera el pensamiento humano. El significado del contratiempo confiere a la situación que se experimenta la etiqueta de bondad o maldad, que activa la respuesta emocional para cada uno porque la manera de pensar influye directamente en la manera de sentir.


Por ejemplo, cuando se logra una meta personal se siente alegría, descanso, gozo, distensión, paz y tranquilidad. Esto es así porque se adquiere una realidad positiva en sí misma, a la que suele denominarse con la palabra “bien” o algo “bueno”. 

Si la intención de adquirir ese bien no se cumple, brota de forma espontánea el pensamiento de carencia del bien anhelado y en seguida la consecuencia automática de sentimientos de tristeza, angustia, intranquilidad e mpaciencia.

Así responde el ser humano en razón del diseño antropológico que lleva marcado en su interior y del cual no puede separarse --por cierto-- aunque admite cierto control individual, que se obtiene mediante la modificación de la evaluación propia de los acontecimientos externos para ajustarse del mejor modo posible a pensamientos más razonables.

En efecto, al homo sapiens le conviene el adjetivo cibernético, idea que surge del griego –κυβερνητική-- kybernetiké: es el “timón” que gobierna la embarcación.

Cada uno es el capitán de su propia nave, de sí mismo, porque se autodirige articulando las velas y el timón. Cada uno depende de sus decisiones, de sus valoraciones adecuadas o inadecuadas sobre la realidad exterior.

Las precauciones que un capitán de navío debe analizar para llegar a buen puerto son tantas como las que preocupan a un ser humano común y corriente.

Responsabilidades enormes para ambos si se considera la importancia de cultivar la salud mental en las condiciones actuales de pandemia.

En colaboraciones anteriores expliqué dos errores de valoración o distorsiones de pensamiento enrevesados y extremos –Todo o Nada, Sobregeneralización-- que expresan reacciones emocionales de privación de salud mental ante la contingencia sanitaria. 

El sendero emocional inicia cuando se piensa en el hecho, continúa con la elaboración de un significado y finalmente se expresa en la reacción emocional.

Me parece que hay diferencia entre una emoción sana y otra neurótica, entre un miedo sano y otro miedo angustioso. El miedo adecuado es realista, el miedo ansioso permanece en los extremos ya sea por exceso: demasiado temor; o por carencia: falta de valor necesario para cuidar a conciencia el bien de la vida.

Los extremos son dañinos y pueden ser reordenados. La clave para conquistar la adecuada salud mental se encuentra en reconocer los extremos para sustituirlos por el justo medio. 

Es importante descubrir el Nuevo Mundo de la vida interna del ser humano para saber cómo pensamos, para explicarnos por qué actuamos y para qué qué decidimos.

lunes, 15 de junio de 2020

¿CUAL ES LA CLAVE PARA EL CAMBIO INTERIOR?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Jean-Marie Lustiger fue Arzobispo de Paris. Nació en una familia judía. Siendo niño, en la ocupación nazi a Francia, su madre fue deportada y murió en las cámaras de gas de Auschwitz en 1943.


Jean-Marie se convirtió al catolicismo y se ordenó sacerdote. Cuando el Papa San Juan Pablo II lo asignó como arzobispo de la archidiócesis de París en 1981, le preguntaron cuál era el punto más importante de su plan pastoral. Su respuesta sencilla sorprendió a más de uno: “El punto central del plan pastoral es la conversión del Arzobispo”.

Lograremos servir y ayudar mejor, si mejoramos. Una manera de lograr ese cambio favorable se da en la oración, afirmó el Papa Francisco. Continuando con su catequesis sobre la oración, tomó el ejemplo del Patriarca Jacob, quien cambió después de su oración.

Jacob fue un hombre con ingenio y sagaz, pero debía mejorar. Yendo hacia su hogar, mientras oscurece, un desconocido lucha con él durante toda la noche. Al fin, el misterioso luchador lo vence, lo bendice, le cambia su nombre, de Jacob a Israel y le cambia su actitud. Ahora es un hombre nuevo. 

El Catecismo explica que este relato es un símbolo de la oración: un combate de la fe, donde la perseverancia es premiada con un cambio favorable (CIC, 2573).

2) Para pensar

Aunque para lograr un cambio profundo se ha de contar con la ayuda de Dios, no ha de faltar el esfuerzo personal.

Se cuenta que en la antigüedad, en un país de habla inglesa, atraparon a dos hermanos por haber robado ovejas. En castigo se les hizo un tatuaje en la frente con las letras S.T., que en ingles significa “Sheep Thief” (ladrón de ovejas).

Uno de los hermanos, avergonzado, se fue a una tierra remota, pero todos reconocían su significado, y decidía cambiar de lugar. No tuvo descanso, pues en todas partes era señalado. Después de largos años, lleno de tristeza y amargura murió y fue enterrado lejos de su hogar.

El otro hermano se dijo a sí mismo: “No puedo quitarme la marca, ni puedo huir del hecho que robé. Me quedaré aquí y trataré de recobrar el respeto de los demás y de mí mismo”. A partir de entonces fue un hombre ejemplar y con el paso del tiempo se creó una gran reputación por su honradez. 

Pasaron largos años, cuando llegó un extranjero y al ver al anciano con las iniciales en su frente, preguntó a un aldeano qué significaban esas iniciales. Le contestó: “Parece que fue por algo de hace muchos años. Las letras son la abreviatura de la palabra “Santo”, pues así es ese hombre”.

Mientras hay vida, siempre es posible el cambio. Aunque no podemos borrar sucesos pasados, sí podemos influir en nuestro futuro.

3) Para vivir

También nosotros podemos tener momentos oscuros, momentos de pecados, momentos de desorientación, dice el Papa. Pero ahí Dios nos espera siempre, cuando no nos lo esperemos. Si en esos momentos oramos, tomaremos conciencia de ser solo pobres hombres, pero Dios nos dará un nombre nuevo; nos cambiará el corazón y nos dará la bendición reservada a quien se ha dejado cambiar por Él.

El Papa nos invita introducir la oración en nuestra vida, y dejarnos cambiar por Dios, pues Él sabe cómo hacerlo, porque conoce a cada uno de nosotros.

sábado, 13 de junio de 2020

¿QUÉ OCURRE EN LA MENTE DEL SUICIDA?

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Realmente no tengo ganas de vivir. Todo me parece absurdo, y la vida una condena, una broma pesada. Sobre todo, el tenerla que aceptar como un don, cuando yo nunca la pedí. El estar condenado a ella cuando veo con claridad que he fracasado: he sido incapaz de vivir de acuerdo con mis ideales o peor, he descubierto que mis ideales no valen nada; he fracasado en mis proyectos irremisiblemente. 


Tedio, cansancio, aburrimiento, el deber de guardar una cierta compostura, realizar unos papeles determinados, unos rituales sociales que como pantalla cubren el vértigo de mi desesperación.

El suicidio es entonces mi única salida digna. El único acto por el cual tengo la posibilidad de retomar el control de mi vida, para conscientemente terminarla: mi vida no vale nada. Al menos puedo evitarme la vergüenza de seguir dando lástima, mendigando compasión. Y puedo tener la sinceridad de aceptarme a mí mismo y mi destino: “me esforcé, lo intenté, no pude…”.

Resulta doloroso reconocerlo, pero es verdad y, como dice Jesucristo, “la verdad os hará libres”.

Mi libertad es ahora partir en paz, abandonar un mundo que ya solo puede ofrecerme frustración y vergüenza. No estorbar.

¿Por qué no lo hago? Soy un cobarde. En realidad, no lo hago porque causaría daño a muchas personas, comenzando por mi madre. Resultarían afectadas, ya sea en su imagen, o por comentarios suspicaces amigos y conocidos, que en realidad no tienen la culpa. 

El único culpable soy yo, por ser un fracasado, un estorbo, y la vida misma, por tornarse insufrible. Y luego, también ese polizonte incómodo: la fe. Resulta que a Dios le ofende el suicidio y, una vez consumado, no hay forma de pedirle perdón. 

¡Si tuviera certeza de que detrás de la muerte sigue la paz o la aniquilación! ¡Sin dudarlo lo realizaría! Pero la fe me dice que, en ese caso, me espera algo peor que la vida, y no tengo manera de tener certeza, de estar seguro que son patrañas, cuentos de viejas mojigatas. Puedo pensarlo, pero no estoy seguro, y dada la mala suerte que tengo, resultaría una broma cruel que fuera verdad, y al destino le gusta gastarme bromas crueles.

He estado investigando. Las mejores opciones son pastillas o cortarse las muñecas, pero no como adolescente puberto que quiere llamar la atención, no; no de lado sino longitudinalmente, así no hay vuelta de hoja. Sería ideal, meterme en la bañera, agua calientita, una navaja Gillette, un poco de Heavy Metal para tomar valor y un Tequila Viejito para relajarme.

La otra opción, menos traumática, serían las pastillas, pero con frecuencia escucho que salen mal, termina la persona intoxicada en una clínica, con daños colaterales, los cuales producen una vida peor que la anterior y, además, ahora te vigilan, con lo cual se vuelve más difícil volverlo a intentar. 

Lo que está claro es que no tengo las agallas de mi amigo, pues no soy capaz de saltar de un edificio, de espaldas eso sí, para quedar reconocible en el velorio.

No voy a dejar cartas, ni mensajes, ni culpables; tampoco voy a pedir perdón.

Sencillamente voy a reivindicar mi derecho a multiplicarme por cero, de desaparecer del mapa, de bajarme del mundo, de dejar de jugar este juego, que ya no quiero jugar, ya me harté de jugarlo.

Me desespera no poder dejar de “jugar”, no poder elegir las “reglas”, pues ya vienen dadas, no poder cambiar el horroroso récord que hasta ahora llevo. Lo mejor para mí, ahora, es dar un paso al costado.

¿Alguna vez te has contado una historia como esta? ¿Has soñado con poder acabar con todo?, ¿dejas volar la imaginación pensando cómo sería? ¿Te llama la atención escuchar narraciones sobre suicidios, el modo en que se realizaron, los motivos? ¿Cierras los ojos y quisieras, simplemente, no estar, nada más y nada menos? ¿Te despiertas frustrado cada mañana por volver a enfrentarte con la realidad? 

Si la respuesta es sí, pide ayuda. Si la respuesta es no, abre los ojos, pues alguien cercano a ti puede haberlo pensado, y tú no darte cuenta y, quizás, cuando te des cuenta sea demasiado tarde (Teléfono de Auxilio en México: 018009112000).

La historia apenas contada es comprensible, verosímil. Pero descansa en una premisa falsa: “mi vida no vale nada”, pues en realidad, la vida humana, toda vida humana, tiene valor objetivo, es única, irrepetible, cual eximia obra de arte, aunque esté surcada por el dolor. 

La vida es un don no pedido e inmerecido, pero es un regalo. Su valor objetivo prima sobre su valoración subjetiva; y desde la fe puede encontrar un sentido maravilloso, puede integrarse en un plan grandioso, del cual formamos parte, pudiendo descubrirse la luz del significado en medio de la oscuridad del dolor.

miércoles, 10 de junio de 2020

NUEVOS MUNDOS. REALIDAD Y DEPRESIÓN

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

En la vida nos encontramos no solo con períodos de bonanza. Advertimos también la presencia de espacios de sufrimiento. Tanto el bienestar como el abatimiento y la carencia, suelen presentarse con insistencia y continuidad en cada ser humano. No se pueden evitar en la vida presente. Son ámbitos duros, difíciles, a veces súbitos aunque no de carácter tan extraordinario como la emergencia sanitaria que padecemos.


Todo ser humano normalmente constituido enjuicia y valora de manera particular los eventos externos que se presentan a su consideración. Según la forma en que evaluamos los avatares de cada día autogeneramos diversas emociones para responder a la exterioridad de los sucesos.

En este tiempo –y me refiero no solo al relámpago de la pandemia— es indispensable colocar en un primer plano de vigilancia los pensamientos, al menos por ahora, porque son ellos y no los acontecimientos externos los que nos predisponen a sentirnos preocupados, tristes, desanimados y finalmente deprimidos.

Pensar positivamente no significa disposición a cierto optimismo facilón sino más bien alinear en su justa dimensión la valoración personal que se ejercita sobre la externalidad que nos envuelve. En otras palabras, el mejor escenario posible para lograr la salud mental que tanto se necesita en el presente momento consiste en aceptar la realidad tal cual es.

La realidad es la que es. No es la que deseo, ni la que exijo o invento, ni la que pretendo. La realidad es justamente la pandemia inesperada y sus circunstancias repletas de interrogantes que carecen de respuesta –por ahora— debido a la novedad del tipo de coronavirus. En la colaboración anterior expliqué el error de valoración “Todo o Nada”.

Ahora deseo encuadrar solamente algunos perfiles de otro desliz aderezado con la etiqueta “Sobregeneralización” que radica, a grandes rasgos, en pensar que la pandemia se repetirá una y otra vez de ahora en adelante. Es una forma de ver la vida actual que resulta poco apropiada porque produce irritación, fracaso, impotencia.

Los siguientes pensamientos son distorsiones de sobregeneralización:

- “Si la pandemia no termina ya, ahora o mañana, no podré sentirme bien” o

- “Aunque salga librado de ésta fase, me atacarán nuevos brotes. Qué angustia.”

Los dos pensamientos anteriores conducen directamente a la tristeza. Y cuando ésta emoción se hipertrofia, el resultado es la depresión, escenario que a nadie se le puede recomendar.

Me parece más saludable pensar: “Esta calamidad terminará tarde o temprano. Por ahora, vivimos las consecuencias que, ciertamente, a nadie favorecen. Pero no es el fin del mundo”

Si integro a mi vida elementos trascendentes como la confianza en Dios y restituyo el concepto antropológico de la esperanza a su contenido vital original y, además, rescato las aportaciones de la ciencia médica, el panorama será alentador.

Si persevero para dar jaque mate a la sobregeneralización, lograré desarrollar pensamientos más razonables para ver siempre el mundo desde el lado por el que el Sol luce con más claridad.

viernes, 5 de junio de 2020

LA ORACIÓN DE LAURITA

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Una niña llamada Laurita rezaba en voz alta siempre antes de acostarse. Un día su abuelita estuvo de visita. Al irse a dormir, Laurita rezó con voz fuerte: “Gracias Niño Jesús por todo lo que me diste este día. Gracias porque vino mi abuelita. Y como eres muy bueno, mándame de regalo una muñeca bonita”. 


Su mamá que estaba ayudándole le dijo: “Pero tesoro, no grites tanto, que el Niño Jesús no está sordo”. La niña replicó: “El Niño Jesús no, pero mi abuelita sí”.

La oración de los niños es sencilla. Logran entablar rápidamente una relación con Dios. El Papa Francisco, en su quinta reflexión sobre la oración, recuerda la actitud llena de fe y confianza de Abraham.

Dios recomienza una relación personal con la humanidad a través de Abraham: “Dios ya no se ve sólo en los fenómenos cósmicos, como un Dios lejano que puede infundir terror. El Dios de Abraham se convierte en “mi Dios”, el Dios de mi historia personal, que guía mis pasos, que no me abandona; el Dios de mis días, el compañero de mis aventuras; el Dios Providencia”, señaló el Papa.

2) Para pensar

Blaise Pascal fue un gran teólogo, filósofo y científico del siglo XVII. Al morir y revisar su ropa, encontraron que tenía un pequeño pergamino cosido dentro de un traje. Ahí estaban escritas unas palabras que seguramente significaban mucho para él. Se le conoce como el Memorial de Pascal. Comienza así: “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios. Certeza, certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo”.

Expresa no una reflexión intelectual, sino el sentido vivo, experimentado, de un Dios personal. No del Dios abstracto o el Dios cósmico, no. Es el Dios de una persona, el Dios de Abraham, el Dios que es certeza, que es paz y alegría.

El Papa nos invita a preguntarnos si experimentamos también una relación personal con Dios, si es el Dios que me acompaña, el Dios de mi historia personal, el Dios que guía mis pasos y nunca me abandona.

3) Para vivir

Las tres religiones monoteístas, el cristianismo, el judaísmo y el islam coinciden en considerar al patriarca Abraham como un ejemplo de fidelidad a la Palabra de Dios. Recordemos cómo el Señor le invita a desarraigarse de su patria y familia, para ir hacia un futuro nuevo y diferente. Abraham salió, sin saber adónde iba, pero se fió de la palabra de Dios.

También confía cuando le es anunciado que en un año tendría un hijo, no obstante lo avanzado de la edad de él y de su esposa Sara.

Creyó y se fio de Dios. Y cuando Dios le pide que sacrifique a su propio hijo Isaac, Abraham vive su fe como un drama, pero vuelve a confiar y Dios lo detiene a tiempo.

A veces nos pasa también que caminamos en la oscuridad, pero es la fe la que nos sostiene. Abraham dialoga, reza, incluso discute con Dios, pero siempre dispuestos a aceptar la palabra de Dios y a ponerla en práctica. Porque solamente un hijo es capaz de enfadarse con su papá y luego reencontrarlo, dice el Papa. 

Con Dios aprendamos a hablar como un hijo con su papá: escucharlo, responder. Pero transparente, como un hijo con su papá. Así nos enseña a rezar Abraham.