miércoles, 11 de marzo de 2020

CULTIVAR LAS BUENAS MANERAS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

“Buenas Maneras” significa eso: etiqueta, glamour, buen comportamiento. Es una canasta que reúne actitud y cuidado, desde la expresión hablada, la elegancia personal, hasta la compostura y aspecto. Son pinceladas ineludibles que es necesario trazar para salir victoriosos en nuestro andar por la vida, y eso es valioso en cualquier cultura, grupo social e incluso entre semejantes de otras edades.


La buena forma configura la esencia relacional humana porque su ejercicio hace más amable el trato interpersonal en orden a la consecución de metas valiosas personales y colectivas, sea en el ámbito familiar y/o profesional.

Y esto es así porque la transformación social requiere ineludiblemente de apoyos que renueven el ámbito personal y no tanto palabras desde el frenético ritmo de conferencias diarias. Así no se cambia una sociedad y menos un país.

Tenemos hambre de buenas maneras y de justicia también. ¿Qué se necesita para modernizar al país? No me cabe la menor duda de que para tal proyecto se requiere de emprendedores valientes, profesionales cualificados que demandan educación en términos de carácter, y gobiernos serios que duren en su puesto lo suficiente.

Pero ¿qué hacer cuando cada uno va a lo suyo?, ¿cómo proceder si para muchos en el quehacer político no existe la autolimitación ni la austeridad?, ¿de qué manera gobernar si no se trabaja en serio para acabar con tanta sinrazón? 

La imagen exterior que proyecta la persona es reflejo de su interior. Los eventos sociales manifiestos en días pasados iluminan los pliegues interiores de los protagonistas y, por lo mismo, no deja de sorprender que, en la faena política, de una ideología y de la otra, se pasan el día disipados en peroratas y sutilezas oratorias.

Cultivar las buenas maneras une y compromete, allana el camino de la vida y presenta ámbitos cordiales para el desarrollo personal y social de la plenitud humana. 

Todos los profesionales de la política pelean por los suyos, sean anarquistas, comunistas, socialistas, liberales, conservadores, pero deberían hacerlo sin ánimos desatados y en favor del bien común, el bien que nos interesa a todos los ciudadanos.

De no lograr el diálogo civilizado y razonado entre unos y otros, al final vamos a conseguir que en cualquier momento se acaben levantando los militares, nos instalen en un estado cuartelero, y entonces sí que lo vamos a lamentar.

Me parece mejor empresa el esfuerzo por instalarnos en la ética del buen carácter que dar paso a una guerra civil, envueltos a tiros de unos contra otros, y terminar matándonos entre hermanos.

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