sábado, 28 de diciembre de 2019

LOS DOS PAPAS

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Netflix acaba de colgar este 20 de diciembre de 2019 “Los dos Papas”, el extraordinario filme dirigido por Fernando Meirelles, con las magistrales actuaciones de Anthony Hopkins y Jonathan Pryce. Con excelente banda sonora, fotografía espectacular y un guion bien cuidado, puede calificarse de una bella obra de arte. 



El mensaje que transmite es ambivalente, depende cómo se mire; no se trata de un panegírico ni de una crítica acerba, pudiendo tener una lectura positiva o negativa, dependiendo del lente usado. Personalmente, disfruté demasiado la película, me llegó al corazón, pero después, más sosegadamente, capté intelectualmente el vinagre que disimuladamente contenía. Me recordó Apocalipsis 10, 9: “Toma, devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel”.

¿Por qué esa valoración? Es un video que habla del sacramento de la confesión, lo cual es extraordinario y novedoso a la vez. A lo largo de la película se obtiene una maravillosa perspectiva de lo que representó este sacramento para Francisco: el descubrimiento de su vocación, el punto de arranque de su camino de conversión pastoral, lo necesario que es para la vida de la Iglesia.

Todo parecería maravilloso: la conciencia de que no somos Dios, ni los Papas lo son; son hombres frágiles, pecadores, con flaquezas. Realmente un magistral elogio del sacramento… hasta el momento culminante del filme. La confesión mutua entre ambos Papas constituye el modo como ambos se exoneran, el uno al otro, de sus crímenes: Bergoglio de haber sido colaboracionista con la dictadura de Villela, Ratzinger de no haber actuado con decisión en el caso de Maciel y la pederastia clerical. Ambas suposiciones contrarias a la realidad.

En ese sentido, el filme, si bien es una recreación ficticia basada en hechos reales, adolece de algunas inexactitudes y condensa artísticamente una serie de lugares comunes sobre Francisco, Benedicto XVI y la Iglesia. No lo hace de forma desabrida o amarga, incluso deja bien parados a los dos Papas, haciendo una presentación atractiva de ellos, por lo menos en una primera impresión y, solo más tarde, a uno le entra la inquietud por esa mutua “confesión”. 

No se trata entonces de un documental, de una profundización histórica, sino de una presentación bien lograda de los clichés habituales en la prensa eclesiástica y de las sospechas de muchas personas.

Los que tenemos la fortuna de tener testimonios de primera mano sobre Ratzinger- Benedicto XVI, sabemos que no es como nos lo pinta la película. Un buen hombre, con recta intención, de fe profunda, marcadamente rígido, intransigente y conservador, “el rottweiler de Dios”, que termina experimentando una conversión al contacto con Bergoglio. Se trata de la imagen estereotipada que los medios nos han transmitido de él, que no es fiel a la verdad. 

Otros errores teológicos, comprensibles porque quien hace películas no tiene por qué saber teología, consisten en sostener que los divorciados vueltos a casar están “excomulgados”, que no se habla de los ángeles hasta el siglo V o que el celibato se instituyó en el siglo XII. Todos ellos errores de bulto que cualquier bachiller en teología podría reconocer, no así el gran público al que va dirigida la película.

La presentación de Bergoglio también es estereotipada: alguien despreocupado por la doctrina y preocupado por las personas –manteniendo la falsa disyuntiva: o doctrina o personas- y preocupado fundamentalmente por la pobreza, el individualismo, la injusticia y la ecología. 

Un crítico del consumismo y el sistema capitalista. La Iglesia es presentada también según el difundido cliché de los dos bandos: conservadores vs reformistas; obviamente ya saben qué Papa representa a cuál bando. 

La única forma de salvar a la Iglesia de la crisis institucional que padece sería realizar una honda reforma, encabezada por Francisco, con el beneplácito de un Benedicto XVI convertido a su causa.

 ¿Cuál el contenido de esa reforma tan necesaria para la Iglesia? Sí, adivinaron: homosexualidad, anticonceptivos, fin del celibato, comunión a divorciados vueltos a casar, claridad en las cuentas del Vaticano; es decir, sexo y dinero.

El film rinde así tributo a los lugares comunes de lo políticamente correcto. Pero, quiero suponer, lo hace con sinceridad. A las personas de fe nos sirve para comprender cómo ve el mundo secularizado la debacle que hoy sufre la Iglesia, y para entender el magnetismo de Francisco. 

Tiene el mérito de presentar a ambos Papas como amigos, que experimentan una transformación desde su inicial antagonismo. Le hace un favor a Benedicto XVI, pues finalmente ofrece una interpretación magistral y atractiva de él. Ambos Papas aparecen como hombres de fe sincera, con ganas de servir a Dios y a la Iglesia, sin rechazar o ridiculizar la perspectiva sobrenatural. Todo ello salpicado con maravillosas frases, como cuando a Bergoglio le dicen, después de cortar con su prometida: “El amor tiene muchas caras. Es un error pensar que se puede vivir sin amor. Tendrás que aprender a quererla de otra forma”.

JESÚS IS KING

JESUS IS KING es el nombre del último álbum de Kanye West, para algunos el genio musical más representativo de la década, por lo menos en lo que a música popular se refiere. No es su primera producción con temática religiosa, pero indudablemente es en la que más se ha involucrado con la espiritualidad, gestado al calor de su labor pastoral Sunday Service, un servicio dominical evangélico, en el que suelen participar estrellas de Hollywood.



De alguna forma puede verse como un fruto artístico de la conversión de West, que pasó de adicto al sexo y a la pornografía a predicador y compositor protestante.

Con su nuevo álbum, un éxito comercial y musical como los anteriores, West introduce nuevamente, y por la puerta grande, a la religión en el universo cultural y artístico de la juventud.

Su temática religiosa le ha costado acerbas críticas y cierta animadversión en parte de su público cautivo; muchos no lo han recibido con buena actitud, mirándolo con recelo. Sus críticos más desapasionados reconocen que no se trata de su mejor producción, pero que indudablemente posee una gran calidad artística, al igual que sus producciones precedentes, independientemente de su temática religiosa. 

Dicha temática entra así, nuevamente, en el mundo millennial, con naturalidad, con la legitimidad que le otorga el ser introducido por una estrella indiscutible, por medio de un trabajo de calidad.

Después de muchos años de recelo y sospecha, donde se veía mal hablar de religión, por considerarse un tema tabú y políticamente incorrecto, West lo vuelve a proponer, a pesar de las críticas. La juventud hodierna, un poco de vuelta de todo, con menos prejuicios, recelos y traumas, recibe con naturalidad su trabajo, que inmediatamente se convierte en un enorme éxito musical, colocándose en el primer puesto de Billboard 200, superando, por ejemplo, a Michael Jackson en tener álbumes consecutivos en ese lugar. Es decir, la religión va dejando de ser un lastre para ponerse discretamente de moda.

No es para menos, dada la calidad del artista y de la conversión efectuada en él. En efecto, West ha reconocido públicamente que desde los 5 años de edad tuvo contacto con la pornografía, volviéndose adicto rápidamente. Ello ha afectado profundamente su vida desde entonces. Su conversión religiosa, le está ayudando a superar su adicción, y durante la promoción de “Jesus is King” practicó y promovió el “ayuno sexual”, explicando que “cuando las personas oran juntas y ayunan juntas, el poder aumenta”. Grande la sinceridad por parte del esposo de Kim Kardashian, ofreciendo un valiente ejemplo. 

No lo dejemos solo en su oración pues, así como él hay muchos adictos al sexo y a la pornografía, que pierden su capacidad de ser felices y su libertad por este triste hábito. No olvidemos, también, que quienes están arriba no es fácil que permanezcan en su “estado de conversión”, pues esta suele ser como el enamoramiento: es muy intensa al inicio, pero pasa la emoción, y la persona famosa, sujeta a muchas presiones y tentaciones, puede abandonar lo que acogió con entusiasmo al aflojar el resorte emotivo.

En cualquier caso, el ejemplo que ha dado West con su álbum es una muestra de que el ansia de eternidad, trascendencia y espiritualidad continúa, a pesar de las apariencias, plenamente vigente en el corazón humano, particularmente en el de los jóvenes, le pese a quien le pese. 

Ha mostrado cómo, a pesar de tomarse con “normalidad”, la pornografía documenta una dolorosa esclavitud por parte de quienes son adictos, sean hombres o mujeres; así como la producción pornográfica supone una, igualmente dolorosa, sumisión de la mujer, lesiva de su dignidad como persona. Pone en evidencia también, como la religión viene a ser una fuerza liberadora de esos lasos. No olvidemos que las cadenas más fuertes son aquellas que nosotros mismos nos hemos construido, es decir, nuestros vicios.

La religión vuelve a entrar en el discurso juvenil, a ser un tema “permitido”, y a evidenciar su potencial liberador y, por lo tanto, generador de felicidad y bienestar. “Jesús es Rey”. Ahora vemos como el Rey nace en un pesebre, y como reina en los corazones sencillos, de los pobres no solo materiales, sino de espíritu, como West: aquellos que reconocen su absoluta necesidad de la gracia de Dios para romper sus cadenas y crecer como personas. Jesús reina, también, todo hay que decirlo, en estas fiestas navideñas, a través del testimonio de los mártires. 

Si la liturgia celebra a san Esteban, el primer mártir y a los Santos Inocecentes inmediatamente después de Navidad, en esta Navidad tuvimos el testimonio de 11 mártires cristianos en Nigeria. Aunque son de color, como West, pocos les han prestado atención; quiera Dios que el valiente testimonio de West ayude a tomarlos nuevamente en cuenta, mostrando así, como el reinado de Cristo es multiforme y plenamente actual; verdaderamente JESUS IS KING.

viernes, 20 de diciembre de 2019

¿CÓMO ME PREPARO PARA LA NAVIDAD?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Cerca de la Navidad, una profesora de niños preguntó a sus alumnos qué era para ellos la Navidad. Las respuestas fueron diversas: uno contestó que era cuando se reunía toda la familia; otro dijo que ese día le daban muchos regalos; uno más dijo que era cuando había vacaciones… Pero hubo una niña que dio una respuesta clara y acertada: “La Navidad es el cumpleaños de Jesús”.


A pocos días de que sea Navidad, el Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿Cómo me preparo para el nacimiento del festejado?”

Una manera es ser muy conscientes de que en Navidad celebramos la cercanía de Dios, recordamos que Dios no permaneció invisible en el cielo, sino que vino a la Tierra, se hizo hombre, un niño. Para ello ayudan los Nacimientos, que de manera sencilla nos ayudan a redescubrir que Dios es real, concreto, vivo y palpitante. Dios no es un señor lejano ni un juez distante, sino Amor humilde, que ha bajado hasta nosotros.

2) Para pensar

Cerca del Vaticano se ha puesto una exposición donde se muestran más de 130 Nacimientos o Belenes de todo el mundo y de todo estilo, desde unos de gran precio hasta otros sencillos hecho por niños. El Papa Francisco la visitó y bendijo la muestra.

Algunas figuritas representan al «Niño» con los brazos abiertos.

Esto nos quiere decir que Dios vino a abrazar a cada uno de nosotros. Cuando hacemos el Nacimiento en casa, es como si abriéramos la puerta y dijéramos: “Jesús, ¡entra!”. Es bonito, dice el Papa, detenernos delante del pesebre y disponernos a escuchar a Dios, que nos habla en silencio. Allí confiaremos nuestras vidas al Señor, le hablaremos de las personas y situaciones que nos importan, haremos con Él un balance del año que está llegando a su fin, compartiremos nuestras expectativas y preocupaciones. 

No olvidemos que es Jesús quien da a nuestras familias la fuerza para seguir adelante y perdonarnos.

Contaba el Papa que le enseñaron una foto de un Nacimiento especial, llamado: «Dejemos descansar a mamá». Ahí se representa a la Virgen dormida y a José con el Niño en sus brazos procurando que se durmiera. 

Lo mismo sucede en muchos hogares en que los padres se turnan, a veces es la madre y otras el marido, para atender al niño o niña que, llora, llora, llora… Así, el Nacimiento representa la ternura de una familia, de un matrimonio.

3) Para vivir

Una enseñanza más que podemos sacar del pesebre, dice el Papa Francisco, es sobre el sentido mismo de la vida. Vemos escenas cotidianas: los pastores con sus ovejas, los herreros que baten el yunque, los molineros que hacen pan; a veces se insertan paisajes y situaciones de nuestros territorios. 

Así, el Nacimiento nos recuerda que Jesús viene a nuestra vida concreta. Y esto es importante. Es Dios que nació entre nosotros, nos acompaña en la vida, es hombre como nosotros. En la vida diaria ya no estamos solos y podemos encontrar a Jesús en nuestras ocupaciones cotidianas pues Él vive con nosotros. No cambia mágicamente las cosas pero, si lo acogemos, todo puede cambiar.

Invitemos a Jesús para que venga a nuestra vida. Porque si Él habita nuestra vida, la vida renace y será de verdad Navidad para nosotros. El Papa concluyó deseando ¡Feliz Navidad a todos!

jueves, 19 de diciembre de 2019

ROBOS Y ERRORES, ¿CARTILLA MORAL PANTALLA O CONVICCIÓN?

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Alfonso Reyes escribió: “La conciencia moral aprueba o reprocha nuestra conducta independientemente de que nuestra actuación haya sido vista o no, por otras personas. La conciencia moral nos ordena la conducta justa aun cuando las personas con las que interactuamos no se den cuenta. (Cartilla Moral; p.45-46 Ref. 17)


El caso es que nos dimos cuenta. El video no miente, a menos que haya sido sometido a manipulación o actuación. Pero no lo parece.

Sin video, la acción del embajador Valero ¿se clasificaría como robo o debe definirse simplemente como un error? Y es que todos sabemos que no es correcto ni justo apropiarse de los bienes ajenos, sea un libro, un alfiler o un millón de pesos.

Si la voluntad expresa del dueño permite la acción de adquisición de su propio bien, entonces no se puede clasificar como robo. Mas bien sería una especie de donativo.

Sin embargo, no es el caso. Detuvieron al embajador y se le acusó de robo.

¿Robo sin importancia?, ¿simple error?

Leamos de nuevo: “La conciencia moral nos ordena la conducta justa aun cuando las personas con las que interactuamos no se den cuenta”. El agente de seguridad que examinó el video, ¿por qué detuvo al embajador? 

No lo observó nadie más. La conducta del embajador ¿fue justa? Se le denomina robo a ese acto libre, en cualquier lugar del orbe, siglo, cultura, país.

Sin video del robo, ¿sería robo o simplemente error, o nada? Me parece que el sentido común indica que además de error –en general—es un tipo de error que se califica de robo.

¿Qué tan grave es robar un libro? La acción de robar no es moralmente buena. ¿A qué ser humano le gusta que le roben algo de su propiedad? Pero tampoco es simplemente un error. ¿Quién no comete errores?

Para otorgar la calificación moral adecuada al robo del libro que se transmitió en redes sociales, se necesita considerar la acción misma, el monto del robo, la finalidad de quien sustrajo el libro y las circunstancias que rodean al acto de robar, como por ejemplo la calidad moral de la persona.

Me preocupa, y no poco, que el presidente diluya el robo y lo defina solo como error. El que comete errores no necesariamente ejecuta robos. 

Estamos ante un caso que puede desterrar definitivamente la propuesta de la cartilla moral. Esto es así, porque si el presidente propone recuperar la ley natural como guía de los actos humanos justos y no acepta lo que propone porque no lo llama por su nombre, ¿qué autoridad moral se le debe conceder? Me parece que muy poca, aunque la ley natural continúe en el interior de los seres humanos.

El problema de fondo es el de siempre: mejor utilizar eufemismos para dejar a un lado la realidad. Si este es el camino de la 4t, entonces no llegaremos a buen puerto, y la Cartilla Moral será una simple caricatura de escasa madurez intelectual.

El único antídoto contra el atropello y tiranía de la sinrazón es la firmeza de criterio para aceptar que existe la verdad y que ésta debe ser reconocida. El robo debe ser reconocido como robo, tal cual.

domingo, 15 de diciembre de 2019

NAVIDAD: UN TIEMPO EN EL QUE PALPAMOS LA TERNURA INFINITA DE DIOS

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Un sacerdote de Brasil había puesto una casa de asistencia para los niños que recogía de la calle. Ahí los atendía, los cuidaba y formaba. Un día se escapó un niño, que parecía el mejor de todos. El sacerdote preocupado se preguntaba la razón por la que se había ido. 


Decidió ir a buscarlo por los barrios más miserables. Al fin lo encontró y el niño regresó feliz con el sacerdote, quien le preguntó por qué se había ido. El niño le respondió: “Quería saber si era verdad que me querías. Lo comprobaría si me encontrabas”.

Con la Navidad, nosotros comprobamos que Dios nos quiere, pues ha venido a buscarnos y salvarnos. La Navidad nos demuestra que le importamos a Dios. El Papa Francisco se pregunta: “¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve?” 

Y responde: “Porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez… En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado”.

2) Para pensar

Existen muchas pinturas, de muchos estilos, que han representado el Nacimiento de Jesús. Algunas ilustran la presencia de los pastores o la adoración de los Magos; otros subrayan la relación entre Jesús y su Madre. Y hay algunas que tienen una peculiaridad: la oscuridad de la noche sólo es iluminada por el niño Jesús, quien es la única fuente de luz. 

Desde el Niño recostado en el pesebre se irradia toda la luz que ilumina toda la escena. Esto se aprecia, por ejemplo, en pinturas de Rubens o Rembrandt, significando que Jesús es la Luz del mundo.

Siguiendo con su reflexión sobre el significado de los componentes del “Nacimiento”, el Papa Francisco se detiene en el cielo estrellado en el silencio de la noche. A veces, dice el Papa, el hombre se encuentra solo ante el firmamento y comprueba su pequeñez.

Entonces se hace preguntas decisivas sobre el sentido de su existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré?

Dios nos responde a esas preguntas. Se hizo hombre para darnos luz y respuesta a las preguntas decisivas sobre nuestra existencia.

Trae luz donde hay oscuridad e ilumina a quien está en las tinieblas del sufrimiento. Pensemos si nos acercamos a esa Luz.

3) Para vivir

Poner el “Nacimiento”, dice el Papa Francisco, es un ejercicio de fantasía creativa, para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, los abuelos, transmiten esta alegre tradición de rica espiritualidad. Por ello el

Papa espera que esta práctica nunca se debilite y que, donde hubiera caído en desuso, sea redescubierta y revitalizada.

Cada nacimiento es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. Si contemplamos la escena de la Navidad, nos sentiremos invitados a ponernos espiritualmente en
camino, atraídos por la humildad de Jesús que se hizo hombre para encontrarse con nosotros. Descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

EL VERDADERO SENTIDO DE LA NAVIDAD

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Con frecuencia observamos en algunos establecimientos comerciales que colocan a la venta adornos navideños desde varios meses antes del 25 de diciembre. En muchos casos se ha convertido en una mera mercantilización del suceso más trascendente en la historia de la humanidad, y en los anuncios ni siquiera se dice “Feliz Navidad” sino frases vagas y superficiales, como: “Luminosas y alegres fiestas” o “Felices fiestas decembrinas”.


Y, en la práctica, todo se reduce a intercambiarse regalos, a organizar brindis, a tener comidas con abundantes bebidas. Es decir, se ha perdido la brújula sobre el verdadero sentido de la Navidad.

¿Qué celebramos en la fiesta de la Natividad del Señor? El portentoso hecho de que tomo cuerpo como nosotros el Hijo de Dios. Pero ese Hijo de Dios Padre –el ‘Emmanuel o Dios-con-nosotros’- quiso venir a la tierra con gran humildad, sencillez y normalidad. Pasó nueve meses en el seno de su Madre, Santa María
–como todos los hombres- luego llevó una vida discreta, sin llamar la atención.

Trabajó en el taller de José como carpintero, como su fuente de manutención y de la Virgen María, y vivió en un hogar como casi todas las personas de la tierra.

¿Dónde se esconde la grandeza de Dios? En un pesebre, en unos pañales, en una gruta. La Sagrada Familia vive en medio de una gran pobreza, pero que va acompañada con la paz y alegría de corazón.

Los primeros en salir al encuentro de ese Niño, de María y José no son los potentados de la tierra, sino unos humildes pastores que esa noche cuidaban a su rebaño. De pronto unos ángeles se les aparecieron y les transmitieron la importante noticia. Luego desaparecieron cantando “Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Entonces, ellos se dirigieron a toda velocidad al pesebre y encontraron a un Niño envuelto en pañales junto con Santa María, su Madre, y San José. Adoraron el Hijo de Dios y le ofrecieron sencillos regalos.

¿Para qué vino el Cristo, el Mesías esperado a este mundo? Para enseñarnos el inmenso valor del trabajo, predicar la Buena Nueva, hacer el bien a manos llenas; para padecer, sufrir y morir en una Cruz por amor a nosotros los hombres y, de esta manera, abrirnos las puertas del Cielo.

Cada Navidad es una llamada de Jesús al corazón de cada persona para que nos acerquemos más a Él, sabiendo que el tiempo de esta vida es breve y que en cualquier momento nos puede llamar a su presencia, y hemos de estar preparados para poder corresponder a tanto amor de Dios por cada uno de nosotros.

JESÚS ADRIÁN ROMERO Y FRANCISCO

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

¿Qué tienen en común el compositor, cantante y pastor con el Papa? Es obvio que la fe en Jesucristo, su amor al Salvador, su aprecio por la Biblia, su confianza en la oración. Pero, poco a poco, van teniendo más cosas afines. Hace tiempo que Romero despertó suspicacias entre la comunidad evangélica por dedicar canciones a María. Ahora lo hace por haber introducido en su hogar un Nacimiento para preparar la Navidad, en el contexto de una peregrinación a Tierra Santa, pues fue precisamente en Belén donde lo compró (nunca es lo mismo leer el Evangelio que estar in situ donde todo comenzó). 


En esta coyuntura, además, el Papa escribe una carta apostólica animando a relanzar la tradición cristiana de poner nacimientos.

¿Por qué las suspicacias? Por la prohibición expresa de fabricar ídolos contenida en la Biblia (Éxodo 20, 4). Sería, para algunos evangélicos, una forma de “criptocatolicismo” en Jesús Adrián. Sin embargo, la prohibición se refiere a ídolos, es decir, a confundir imágenes con Dios mismo, o atribuirles a esas imágenes –y no a lo que representan- “poderes” especiales. Pero nada de eso sucede con el culto a las imágenes -correctamente entendido- dentro del catolicismo.

Además, al ir a Tierra Santa, se descubre cómo Jesús vivió allí: Dios tomó un cuerpo y vivió en una comunidad, de forma que ya puede representarse, sin confundir la representación con la realidadtrascendente representada. 

El Nacimiento, en ese sentido, ayuda a avivar la propia fe, alimenta la relación con Dios pues, al fin y al cabo, no somos espíritus, ni puro intelecto o voluntad, sino que tenemos afecto, cariño, y raigambre con nuestra tierra y nuestra cultura. Todo ello comparece, silenciosamente, al recorrer los lugares que pisó Jesús y es expresado artísticamente con el Nacimiento.

Tanto Jesús Adrián Romero como el Papa Francisco coinciden en afirmar que el Nacimiento les ayuda a vivir bien la Navidad. Francisco explica el motivo: “¿Por qué el Belén suscita tanto asombro y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez”. Dios se hace “uno de nosotros”, necesitado de nuestro cariño, de nuestro afecto. En el Nacimiento eso se expresa plásticamente, alimentando así una realidad tan espiritual, como puede ser la oración y la lectura de la Palabra de Dios.

En este sentido, tanto católicos como evangélicos podemos descubrir un puente, un punto en común, un lugar de diálogo. Los evangélicos pueden flexibilizar determinada lectura rígida de la Biblia, comprensible en el entorno de Israel hace 3000 años y, sobre todo, previo a la venida de Jesucristo. Puede ser una forma de limar asperezas, eliminar prejuicios, e intentar comprender “las razones del catolicismo”. 

A los católicos nos alegra descubrir que no estamos, en realidad, tan lejos de ellos, nos ayuda a no verlos como antagonistas o competidores, sino como a hermanos con quienes nos une lo fundamental: el amor a Jesús, el cual se incrementa, si cabe, durante la Navidad, precisamente porque Dios se abaja, mostrándose “necesitado” de nuestra atención y afecto, como un Niño, tal y como aparece en el Belén.

Esta feliz concordancia con los evangélicos, es más profunda y urgente de lo que pudiéramos pensar. No se trata solamente del detalle folklórico de incluir o no un Nacimiento como modo de vivir una Navidad auténtica, sino de ir de la mano, buscando más lo que nos une en vez de lo que nos separa, para hacer frente al imponente proceso de secularización omnipresente en la hodierna sociedad. No tiene sentido continuar con discusiones dogmáticas, cuando el piso en el que ambos estamos parados se desmorona, cuando el ambiente se torna invivible para practicar la fe –sea católica o evangélica- pues continuamente la está erosionando.

Resulta esperanzador encontrar en el Belén un punto de convergencia entre católicos y evangélicos, y una manera común con la que hacer frente a la pérdida del auténtico sentido navideño. La dimensión espiritual y religiosa de la Navidad se va perdiendo, anegada por la fiesta del consumismo y el derroche por excelencia en la que se ha convertido. 

La práctica de colocar un Nacimiento, en el hogar, en el parque, en el lugar de trabajo o convivencia social, se convierte en un elocuente y mudo testigo del mensaje original de la fiesta o, como diría Francisco, “una invitación a «sentir», a «tocar» la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo”. Nos ayuda así a sensibilizarnos con quienes sufren, con quienes experimentan en carne propia esa miseria, como “Nacimientos vivientes”; de hecho, así fue el Nacimiento original de San Francisco, en Greccio, en 1223. Ahora, por ejemplo, una Iglesia Metodista en California ha representado un “Nacimiento Migrante”, donde Jesús, la Virgen y San José están separados por rejas, recordando así, cómo la Sagrada Familia fue migrante y cómo ahora muchas familias migrantes están separadas por muros.

La elocuencia del Nacimiento habla por sí misma ahora como hace ocho siglos.

ECOS DE LA CUARTA TRANSFORMACIÓN

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Es natural indagar sobre cómo nos ha ido en términos del cambio de régimen. El balance ¿es positivo o negativo?, ¿es posible detectar problemas estructurales?, ¿cómo avanza el crecimiento económico y la seguridad? ¿Es normal el escenario que se nos presenta a nuestra consideración?, ¿notamos avances en la redistribución de la riqueza?, ¿cuáles parámetros son significativos para medir el primer año de gestión?


Presenciamos un cambio de régimen. No es algo menor. El sendero que conduce a la transformación ¿demanda realizar pruebas y aprender de los errores? La narrativa de los intelectuales de la transición ¿es real, se refleja en los hechos?, ¿es probable la alternativa autoritaria?

A un año del inicio del actual sexenio, ha transcurrido –en cierto sentido-- tiempo suficiente para realizar valoraciones sobre aciertos y errores del nuevo gobierno de la República. Desde otra perspectiva y temática, un año parece no ser el período idóneo para aventurar escenarios que reflejen con certeza el futuro que nos espera en temas esenciales.

Si bien es cierto que “árbol que crece torcido jamás su tronco endereza” por sí solo, no es menos cierto que si se corrige desde el principio, todo tronco puede crecer de forma adecuada porque permite el arreglo de la distorsión.

Al día de hoy, percibimos algunos ecos de la cuarta transformación. Pero como en todo eco, la reflexión del sonido tarda algunos segundos en llegar a la fuente emisora. Los ciudadanos reflejamos y emitimos señales de aprobación o condena. Dicen los expertos que, si después de diez segundos no se escucha el retorno del sonido, es seguro que ya no se oirá nunca. Es decir, no habrá eco.

En mi opinión, ahora percibimos algunos cuantos ecos o destellos de las decisiones políticas que se han tomado en los últimos doce meses de gobierno.

Son luces que parecen suficientes porque integran el armazón de juicios difundidos ya en tantos medios de comunicación.

Me parece que las evaluaciones, positivas o negativas, responden a un período de tiempo demasiado cercano, y provienen de diversas instancias nacionales e internacionales. La ventaja que aprecio en las estimaciones mediáticas consiste precisamente en la cercanía en el tiempo de la fuente emisora, es decir, el primer año de gobierno.

Los efectos están a la vista. Se escuchan claramente las reverberaciones de las primeras decisiones. El árbol que creció con el tronco torcido puede todavía enderezarse, pero requiere de la ayuda de otros actores de la sociedad.

No dudo que todos deseamos que México se transforme, pero hacia el bien.

Cabe también la posibilidad de que la deriva actual no nos encamine a buen puerto.

Propuestas no faltan. Por ejemplo, la Cartilla Moral representa el mejor intento en orden a la consecución del bien común. Pero ha sido devaluada y confundida insistentemente con la religión.

Para ayudar al presidente, se requiere que él escuche y reconozca. Sobre todo, que escuche. Por parte de los ciudadanos se requiere lo mismo: escuchar y reconocer. En la capacidad de escucha y aceptación, se encuentra el 80 % de la solución.

lunes, 9 de diciembre de 2019

A SETENTA AÑOS DE LA REVOLUCIÓN COMUNISTA EN LA REPÚBLICA POPULAR CHINA

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Cuando observamos en la actualidad un renacer de los grupos de izquierda tanto en América Latina como en Europa con el engaño o la falsa ilusión de que entrando a gobernar partidos con inspiración socialista o marxista-leninista, prácticamente todos los problemas socioeconómicos del pueblo se resolverán, viene bien mirar lo que la historia nos enseña.


Por ello es que en mis últimos artículos he analizado los casos de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (U.R.S.S.), Cuba, Alemania del Este (el Muro de Berlín) y del disidente ruso, el escritor Nobel de Literatura, Alexander Solzhenitsyn.

El caso de China fue singular porque no se centró en persuadir a los obreros sino a los campesinos que se unieran a la causa de su líder Mao Tse Tung (1873-1976), creador de “la guerra de guerrillas” y se entusiasmó con el ejemplo de Rusia.

Llegó a formar un ejército bien preparado. Después de muchos combates, en 1949 tomó el poder y fundó la República Popular China. Su libro más popular fue “El Libro Rojo”.

Mao tenía un carisma especial y el pueblo lo idolatraba. Pero los historiadores aseguran que mandó asesinar a más ciudadanos que Adolfo Hitler y José Stalin juntos, con la finalidad de consolidarse como la autoridad máxima en China.

Por ello recomiendo la lectura de dos libros fundamentales para comprender mejor las revoluciones en este país: “Los Cisnes Salvajes” y “La Historia Desconocida de Mao” ambos escritos por Jung Chang, Editorial Circe (bolsillo).

Especialmente brutal fue la represión en la llamada “Revolución Cultural” de los años sesenta en la que Mao utilizó a los jóvenes para detener, golpear y asesinar a muchos de los antiguos miembros del Partido Comunista. No obstante que ellos fueron fieles al Partido desde sus inicios, Mao decretó que era muy sana “una purga política” para renovar los cuadros y dar paso a las nuevas generaciones.

Actualmente, China presenta dos facetas: el rostro del progreso en algunas ciudades que dan hacia el este del país, hacia los puertos y zonas comerciales junto al mar y, por el contrario, la cara de la pobreza, la hambruna y el dramático retraso en la región montañosa. Los habitantes de esta parte del país no pueden libremente desplazarse hacia la región del progreso, sino con un permiso especial de las autoridades, es decir, permanece siendo como una gigantesca cárcel.

Es difícil predecir el futuro de China. Pero está claro que detrás de la riqueza y bienestar de unos cuantos ciudadanos, ha costado millones de muertes a lo largo de su historia reciente y se continúan violando los derechos humanos como ocurrió con la represión y masacre durante las protestas estudiantiles en la Plaza de Tiananmén.

viernes, 6 de diciembre de 2019

HERIDAS E IDEALES JUVENILES

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

Hemos sido testigos del incremento de protestas estudiantiles. Podemos estar a favor o en contra, podemos indignarnos o secundar su causa, en cualquier caso, pienso que podemos sacar, por lo menos, dos cosas en claro: el incremento en el activismo supone necesariamente un resurgimiento de los ideales; grandes sectores de la juventud están heridos, comienzan la vida en un clima de conflicto y experimentan un enorme hueco en el corazón.


Podríamos cuestionarnos si los ideales que enarbola la juventud activista en la actualidad son correctos, podríamos sospechar que en realidad están siendo manipulados, piloteados a distancia, utilizados como tontos útiles por oscuros e inconfesados sistemas de poder político y económico. Es verdad. El tiempo lo dirá y pondrá en evidencia los sucios manejos, el teje y maneje, quién sale beneficiado de todo este barullo. 

Pero, en cualquier caso, pienso que es mejor tener una juventud embriagada de ideales, aunque sean equivocados, que una masa abúlica de jóvenes, igualmente manipulados y domesticados como dóciles consumidores, carentes de una visión crítica de la realidad.

El ideal supone pensamiento, el pensamiento implica una actitud crítica, el activismo supone salir de la propia comodidad y descubrir que la vida tiene un sentido, que es preciso descubrirlo y que vale la pena luchar por algo.

Ahora bien, ¿cómo corregir el ideal equivocado? No hay recetas, algunos nunca saldrán de su error, otros lo abandonarán por cansancio, pero a muchos más la vida misma les dará experiencia, los despojará de su ingenuidad, les llevará a ser críticos también de su ideal y del modo de reivindicarlo. 

Podrán, en ese momento, corregir el rumbo, rectificar o de plano cambiar, si descubren que estaban absolutamente equivocados. Cuando enseñas a un joven a pensar y cuando descubre que la vida vale y se saborea si se tiene un compromiso y un ideal por el cual luchar, no puedes prever los resultados, pues entra en juego la creatividad de la libertad y lo indeterminado de la existencia.

Aunque la libertad es un riesgo, siempre es mejor que la pasividad. Se puede exagerar en el espíritu crítico, pero supone ponerse en ejercicio y pensar, y el resultado de ello es imprevisible.

Ahora bien, los jóvenes que comienzan a despertar, que enarbolan ideales en la época de la post-verdad están heridos. Y no porque su vida haya sido muy difícil o hayan estado sometidos a profundas privaciones, más bien al contrario: porque han crecido solos y en un ambiente falso, ideologizado, artificialmente creado al servicio de intereses políticos, económicos y culturales soterrados. Se les ha desvinculado de su entorno natural, la familia y se les ha arrojado prematura e inmisericordemente a una sociedad de la apariencia, que los pisa y los corroe por dentro, aumentando ese dramático vacío interior.

¿Por qué afirmo esto? Cada vez es más frecuente encontrar jóvenes depresivos, medicados, que necesitan ir al psiquiatra o al psicólogo. Jóvenes que no pueden dormir, que sufren en soledad, que han crecido en un entorno familiar disfuncional, carentes de modelos cercanos de lo que significa ser padre, madre e incluso persona. 

Jóvenes que en su inmadurez han tenido que enfrentar decisiones dramáticas, y así, personas que no pueden comprar una cajetilla de cigarros en la tienda han tenido que decidir si abortan o no, o han aconsejado a sus amigos al respecto. Han tenido que decidir sobre la vida de terceros personas que no pueden viajar sin el permiso expreso de sus padres. 

Han contemplado el daño y los estragos que el alcohol y las drogas causan en ellos o sus amigos. Han sido inducidos prematuramente a la vida sexual, sin que nadie les haya explicado su sentido, a lo más sus madres les han dado un par de condones para que tengan en su cartera. 

Chicas que han tenido que recurrir a la prostitución para pagar sus estudios universitarios, etc.

El resultado de todo ello es una juventud carente de un modelo claro de lo que significa ser persona, de lo que es la vida y la familia. Han crecido en un entorno hostil, donde solo se busca hacer de ellos consumidores, dependientes de una multitud de productos superfluos. Les han prometido una felicidad espuria y sin sentido. Las protestas sacan a la luz algo que se cuece dentro, llevan a la superficie toda esa efervescencia interior, ese malestar del alma mal gestionado. 

Por ello, más allá del contenido concreto de sus reclamos, con los que podemos estar más o menos de acuerdo, quizá podamos poner atención en todo ese dolor reprimido e inconfesado, en la situación dramática y confusa en la que han comenzado a vivir, en intentar comprender lo que llevan dentro buscando crear empatía; esforzarnos por desmentir el refrán que sentencia: “árbol que crece torcido, su tronco jamás endereza”.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

¿CÓMO SE CONSOLIDA EL AMOR EN EL MATRIMONIO?

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

El amor entre los esposos no se improvisa ni germina por “generación espontánea”. Es una labor que se va consolidando día con día. Con paciencia, con cariño. Está construido a base de cosas pequeñas buscando “estrenar” ese afecto cotidianamente.


¿Cómo? Decirle, por ejemplo, a la esposa un “te quiero” no mecánicamente sino con el corazón. Continuar teniendo los mismos detalles de servicio como cuando eran novios: acercarle la silla en la mesa de un restaurante; elogiarle algún éxito profesional o cómo la quedó la comida; si llevan un vestido apropiado y elegante; si alguno de los dos está preocupado por una importante reunión de trabajo infundirle confianza y seguridad. Aprender a comprender al otro cónyuge cuando está aparentemente inexpresivo porque se encuentra con un malestar estomacal o con un fuerte resfriado; pasar por alto roces sin trascendencia. En estos ejemplos estoy considerando que ambos esposos tienen su respectivo quehacer profesional.

De esta manera, nos percatamos que el matrimonio también es “un trabajo” que tiene retos y desafíos. En primera instancia, para mantener la unidad de los dos; luego el crecer en virtudes; renovar los compromisos adquiridos y estar pendientes de la formación de los hijos.

Es frecuente escuchar en algunos esposos la queja de que “se les ha pasado el entusiasmo y el afecto”; “que han perdido la ilusión de la primera vez” y llegan a una nefasta conclusión: “este ciclo ya se cerró”, es decir, que lo mejor es separarse o divorciarse.

Y es que la unión matrimonial no debe estar cimentada en “sentimentalismos” o consuelos sensibles ya que eso es muy voluble y poco consistente. Para que sea una relación firme y bien determinada debe estar fundamentada en la razón, la voluntad y la libertad. De tal manera que cada esposo pueda decir en los momentos de prueba: “Precisamente porque te quiero, ejerzo mi voluntad para quererte libremente cada vez más, aunque me moleste este detalle tuyo”.

Independientemente que se le ayude al cónyuge a corregirse en ese defecto concreto.

De ahí que la fidelidad entre los esposos no debe de tener una connotación negativa o peyorativa. ¡Todo lo contrario! Les ayuda a madurar como cónyuges y contribuye a la felicidad de los hijos.

¿Qué detalles pueden contribuir a estrechar esos lazos de afecto? Salir solos a cenar, al cine o hacer deporte juntos con cierta periodicidad; cuidar los momentos para planear la educación de cada uno de los hijos y de qué manera concreta ayudarles; manifestarse mutuamente el cariño sin sequedades o inhibiciones; hacer una lista de las cosas buenas que tiene el otro cónyuge para cuando aparezcan las pequeñas fricciones; darles especial atención a los familiares enfermos y más necesitados.

¡Qué gusto me da observar las fotografías de familias numerosas con los abuelos ya mayores, los hijos y los numerosos nietos! Esos inolvidables rostros de felicidad lo dicen todo: que sí es posible ser fieles hasta la muerte; que cada hijo y nieto son frutos vivientes de su gran afecto y cariño. Y con naturalidad dan un admirable ejemplo a otros matrimonios para imitarles en su camino de amor.

MÉXICO, ¿EN MODO "BANANA SPLIT"?

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

Comparto dos argumentos que esgrimen con frecuencia los intelectuales no cristianos contra los intelectuales cristianos:


Más o menos dicen así:

- “Tú aceptas contenidos de verdad que no pones en duda y, por lo mismo, son argumentos a priori. Se refieren a verdades dadas y eso te compromete con una verdad...”

- “Nosotros, en cambio, no partimos de verdades dadas, solo buscamos la verdad. Como no aceptas analizar mis puntos de vista ni adoptas mi hermenéutica, tú solo te excluyes del diálogo racional. Renuncia a tu verdad y situémonos al mismo nivel...”

Encontré, para el caso, la siguiente argumentación de Juan Pablo II quien afirma: “La relación del cristiano con la filosofía –con la razón--, pues, requiere un discernimiento –distinción, diferenciación—radical”. “En este punto todo intento de reducir [...la fe...] a pura lógica humana está destinado al fracaso. (Op. Cit. n.23)

Desde los orígenes, la fe cristiana respondió mejor. Apoyó a la razón, la iluminó, nunca la desorientó. Hasta podría decirse que el cristianismo irrumpió en la historia como la religión de la razón. ¿Su atractivo? Muy original y único: Una razón que trascendía completamente los modos humanos de pensar, pero que no los anulaba en modo alguno.

Esto demuestra, en mi opinión, que la inculturación de la Revelación cristiana en los modos de pensar grecolatinos no pudo ser fruto del azar.

La religión católica naciente expresaba la natural afinidad entre el Dios de Abraham y la filosofía griega que descubrió en la razón humana el instrumento para alcanzar la verdad.

La fe cristiana, lejos de operar como un retroceso a lo irracional, templó la razón misma y la espoleó hacia sus más altas cumbres. Curiosa esta fe de la iglesia. Invitaba a los hombres a creer en el poder de su propia razón.

Tantos logros obtenidos en el campo de la técnica, el derecho, la filosofía, la ciencia, la literatura, etc. confirman la sospecha de que en occidente, frente a las otras grandes civilizaciones, hemos jugado con ventaja. 

Con este fundamento, Europa se elevó por encima de la barbarie posterior a la caída del imperio romano de occidente.

A partir del s. II dC y en adelante, los intelectuales cristianos consumarán la unión entre el cristianismo y la cultura clásica grecolatina, que ha llegado hasta nuestros días.

Ahora más que nunca, se necesita una síntesis de saber humano. Pero no tipo “banana split” (una parte de chocolate, otra de plátano, un poco de helado, y cerezas).

Urge recuperar los conocimientos humanos que son perennes, que nunca cambian. La razón y la fe gozan de un lugar central en la formación humanista.

Valores como libertad, racionalidad, individualismo, solidaridad, trabajo, sociabilidad, seguridad, eficacia, que informan nuestro actuar, implican un componente filosófico-teológico indiscutible.

En pocas palabras, el tejido de nuestra cultura occidental está forjado con los hilos maestros de Grecia, Roma y el Cristianismo. Vale la pena restablecerlos. 

Creo conocer lo que México demanda en el siglo XXI: es indispensable asumir nuestros orígenes para lograr una idea clara de quién es el hombre, de su papel en el mundo, y del sentido de la propia vida.