sábado, 10 de agosto de 2019

LA AMBICIÓN POR EL DINERO, VERDADERA CAUSA DE LAS GUERRAS

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Se cuenta que una niña fue al dentista donde le sacaron una muela. Ya de regreso en su casa, por la noche, cuando regresó del trabajo su papá le preguntó: “¿Qué tal Marianita? ¿Todavía te duele la muela?” A lo que le respondió su pequeña hija: “No lo sé, papá. La muela se la quedó el dentista”.


La niña tenía razón, lo que no tenemos, no puede dolernos. Pero a veces no pasa así: duele no tener algo y suele ser causa de sufrimientos. Al poner el corazón de modo desordenado en algunas cosas, produce intranquilidad y desasosiego. Importa mantener una actitud equilibrada respecto a los bienes.

El Papa Francisco al retomar sus comentarios al libro de los Hechos de los Apóstoles, nos alienta rechazar la codicia, que es el origen de “muchas guerras”, que es fuente de ansiedad, adversidad, prevaricación, pues el verdadero tesoro “está en el Cielo… Los bienes materiales son necesarios, ¡son bienes!, pero son un medio para vivir honestamente y compartir con los más necesitados… Jesús nos invita a considerar que las riquezas pueden encadenar el corazón y desviarlo del verdadero tesoro que está en el Cielo”.

2) Para pensar

Doña Micaela era una viuda ya anciana. Vivía sola en el jacal más  
pobre que había en el caserío. Tenía unas cuantas gallinas y un solar pequeñito donde cultivaba sus verduras.

Las vecinas, que la querían bien, le llevaban a veces “un taquito”, o una porción de su comida. Ella les daba las gracias: “Ustedes son mi divina providencia”, les decía. 

Un día llegó una trabajadora social. Supo de doña Micaela y fue a visitarla. Al verla tan pobre le hizo un ofrecimiento: “Puedo conseguirle una ayuda de 300 pesos al mes. ¿Le sirve ese dinerito?”

Ella respondió entusiasmada: “Claro que sí, ¡muchas gracias! Ahora sí tendré más para dar a los pobres”.

Doña Micaela es pobre, pero muy rica. En cambio, podemos encontrar ricos que son pobres. El Papa Francisco nos invita a preguntarnos: “¿Y nosotros? ¿Qué poseemos?, ¿Cuál es nuestro tesoro? ¿Cómo podemos hacer ricos a los otros? Pensemos en dónde está nuestro corazón.

3) Para vivir

La codicia, explicó el Papa Francisco, es como esos buenos dulces:
tomas uno y dices: ‘¡ah! Qué bueno’, y luego tomas otro; y luego otro… “Así es la codicia: nunca se satisface. ¡Cuidado! ¡La codicia de los bienes no satisface el corazón, sino que causa más hambre!”.

Esto no significa que nos alejemos de la realidad, sino que buscaremos lo que tiene un valor verdadero: justicia, solidaridad, aceptación, fraternidad, paz, lo cual constituye la verdadera dignidad del hombre.

La Biblia nos enseña cómo pedir a Dios: “¡No me des pobreza ni riqueza, dame solo el alimento necesario. No sea que me sacie y te niegue… o no sea que me empobrezca y robe y profane el Nombre de mi Dios” (Proverbios 30, 8-9). San Pablo lo aconseja: ‘busca las cosas de arriba… dirige tus pensamientos a las cosas de arriba, no a las de la tierra’ (Col 3, 1-2).

El Papa Francisco nos invita a pedir al Señor que nunca olvidemos que la verdadera riqueza de nuestra vida está en su Amor infinito, y “que la Virgen María nos ayude a no quedar fascinados por los valores que pasan, sino a ser testigos creíbles de los valores eternos del Evangelio”, finalizó.

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