viernes, 23 de agosto de 2019

LA ALEGRÍA DE DAR

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Se cuenta que en cierta ocasión, Gandhi y sus amigos subieron corriendo a un tren ya puesto en marcha. Pero a Gandhi se le soltó una de sus sandalias y cayó en la vía. Gandhi y sus amigos trataron de recuperarla, pero sin éxito, pues el tren ya avanzaba con rapidez.


Y ante la sorpresa de todos, Gandhi se descalzó su otra sandalia y desde el tren la arrojó donde estaba la otra. Sus amigos le preguntaron: “¿Por qué haces esto?” Gandhi contestó: “Quien encuentre una sola sandalia no le servirá, pero si tiene el par podrá
usarlas”.

Pensar en las necesidades ajenas nos lleva a compartir nuestros tienes. Cuando comenzó el cristianismo, cuenta el libro de Los Hechos de los Apóstoles, los cristianos tenían “un solo corazón y una sola alma” y no consideraban de su propiedad lo que poseían, “sino ue todas las cosas las tenían en común” (Hechos 4,32). 

Ahora el Papa Francisco meditó ese texto, y nos señala que ese modelo de ida tan fuerte nos ayuda a ser generosos y no mezquinos.

2) Para pensar

En el desarrollo de la Iglesia ha sido muy importante la experiencia de la koinonía, dice el Papa Francisco, pero ¿qué quiere decir esta palabra rara? Es una palabra griega que significa “poner en comunión”, “compartir”, “comunicar”, ser como una comunidad. 

La koinonía se refería a participar en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso decimos que “comulgamos” o que recibimos la “Sagrada Comunión”, es decir, entramos en comunión con Jesús y desde ahí a la comunión con nuestros hermanos y hermanas.

Un testimonio de la santa Madre Teresa de Calcuta nos muestra que hay más alegría en dar que en recibir: “Tuve mi mayor experiencia de amor precisamente con una familia hindú. Un señor muy amable vino a decirme: ‘Hay una familia que no tiene qué comer. Haga algo’. Entonces tomé un poco de arroz y me dirigí inmediatamente a su casa. Vi a los niños -sus ojos brillaban de hambre-… La madre de esos niños tomó el arroz que le di, y salió de su casa. Cuando volvió, le pregunté: ‘¿Adónde ha ido?’ Me respondió con sencillez: ‘Ellos también tenían hambre’. Me impresionó que fue a compartirlo con una familia musulmana”. Y concluye: “No les llevé más arroz pues quería que disfrutaran de la alegría de compartir. 

La alegría de esos niños que compartían su felicidad y la paz de una
madre que, con un amor sin límites, era capaz de eso, suponía la confirmación de que el amor se comienza a aprender en el seno de la familia”.

3) Para vivir

Es hermoso ver a todas las personas del voluntariado en que comparten su tiempo, o las visitas a los enfermos o los pobres, dice el Papa Francisco. Es el modo adecuado de ser cristiano, compartiendo, que es una forma de amar. Al inicio del cristianismo llegó a ser tan manifiesto que los paganos que miraban a los cristianos decían: “¡Mirad cómo se aman!”. Un amor con obras.

Un poco en broma, pero también en serio, el Papa Francisco afirmó que la señal de que nuestro corazón se ha convertido es cuando la conversión llega al bolsillo: allí es donde se ve si uno es generoso, si uno ayuda a los débiles y a los pobres. Si se quedara sólo en palabras, no es una buena conversión. Ser creyentes en Jesús nos hace a todos corresponsables los unos de los otros.

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