martes, 23 de abril de 2019

LA IRA: UNO DE LOS OCHO ESPÍRITUS MALVADOS

Mtro. Rubén Elizondo Sánchez,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana, Campus México.
rubeliz@up.edu.mx

La Ira es un espíritu malvado que cuando sale del justo medio y crece en exceso puede convertirse en furia o violencia incontrolable.


En los seres humanos, la ira es una emoción o pasión del apetito irascible que se caracteriza por la unión personal con un mal inevitable en tiempo presente y que genera deseos de venganza.

“La ira es una pasión furiosa que con frecuencia hacer perder el juicio a quienes tienen el conocimiento, embrutece el alma y degrada todo el conjunto humano”, escribió Póntico.

La ira fuera de cauce, en exceso, nubla el conocimiento al grado de aturdir el juicio sereno tan necesario cuando se deben tomar decisiones en asuntos importantes de la vida: la familia, un cambio o problema de trabajo, corregir a alguien, etc.

Aunque es natural el deseo de venganza, “ojo por ojo, diente por diente”, la ira suele desquiciar la toma de decisiones por influjo del deseo de satisfacer el agravio padecido sin pensar las consecuencias de los actos.

Suele suceder que al volver la ira a su cauce natural, la persona iracunda recapacita sobre el atropello cometido y regresa a pedir disculpas por la extrema violencia cometida. “No me dí cuenta de lo que hacía”, dice en descargo de sus actos.

“El agua se mueve por la violencia de los vientos y el iracundo se agita por los pensamientos alocados”.

Los pensamientos alocados son ideas desproporcionadas a partir de las cuales valoramos equivocadamente un evento que nos ocurre en la vida diaria. Se trata de una fusión de circunstancias negativas que genera enojo e indignación con deseos de vengarse por cuenta propia.

Este espíritu malvado induce al mal humor. En ocasiones, la ira suele ser necesaria por lo cual es buena, siempre y cuando sea por el motivo correcto, con la intensidad adecuada y por el tiempo oportuno.

Convertir la ira en actitudes positivas solo se logra cuando ésta emoción se mantiene en su justo medio.

Cuando sale de cauce por hipertrofia, se convierte en espíritu malvado que destruye en primera instancia a quién la padece y en seguida trastorna el buen ambiente en los grupos sociales a los que se pertenece por condición natural o situación social.

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