viernes, 30 de noviembre de 2018

INTELECTUAL Y ¿CATÓLICO?

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

No es un debate nuevo el desafío de cultivar un “pensamiento cristiano”. No es este el espacio para finiquitar una larga polémica. Pero vale la pena replantearlo y repensarlo de nuevo. Para algunos la cuestión está zanjada, pues equivale al “círculo cuadrado.” 


Si uno acepta que esto no es posible, que es contradictorio, que viola todas las leyes de la lógica, de igual manera deberá rechazar la legitimidad de pensar en cristiano. 

¿Por qué? Porque uno cuando se embarca en la aventura del pensamiento se lanza hacia lo desconocido, mientras que el cristianismo parte de las conclusiones. Ya conoce el desenlace; es como si uno comienza la novela o la película por el final… 

Pero también hay buenos guiones, que comenzando por el final ofrecen una trama interesante. Así es el trazo que marca el pensamiento cristiano en la historia de la humanidad.

El presupuesto de esta aparente imposibilidad, de esta contradicción, como tantas otras veces, es una herencia de la Ilustración, del “¡atrévete a saber!” kantiano, que lleva a cuestionar los dogmas y las autoridades al estilo de Voltaire. 

Ello se agudiza marcadamente en la segunda mitad del siglo XX, cuando entran en crisis las ideologías fascista o comunista. 

Lo propio del intelectual es el pensamiento crítico, la duda. La actitud más auténtica viene a ser el agnosticismo, la entronización de la eterna duda que no me compromete con nadie. 

Quien se casa con alguien, con alguna idea, ha perdido independencia y originalidad, esconde quizá además oscuros intereses ajenos al pensamiento, pues se vuelve servil a una causa, por más noble que sea. 

Pensar por libre, la anhelada autonomía del intelectual, exige ausencia de compromisos en general y, particularmente, de los religiosos, pues descansan en dogmas que deben aceptarse como punto de partida. Es la sumisión del conocimiento, una especie de “islam intelectual.” Sencillamente no es posible, no es auténtico, no es atractivo.

¿Cómo sortear la aporía?, ¿cómo superar el escollo de Escila y Caribdis? Si soy auténtico intelectual cuestiono mi fe y no soy un buen creyente; si no la cuestiono, no soy un auténtico pensador, sino que copio unos clichés y unos procedimientos académicos que simulan el pensamiento, pero este no es independiente, está comprometido, no pudiendo salir de unos límites predeterminados.

 Lo contrario es caer en la transgresión, en la herejía y el abandono consecuente de la fe, para entregarse en los brazos de la auténtica intelectualidad agnóstica.

Una solución, quizá, consiste en realizar cierta “arqueología del pensamiento”, o “arqueología de la intelectualidad.” Algo tan sencillo como mirar más allá del horizonte planteado por la Ilustración y dogmatizado por el pensamiento crítico. 

Es preciso remontarnos más atrás para mirar a la institución que por primera vez quiso cultivar de forma ordenada toda la gama del saber. Unir y estructurar la totalidad del conocimiento, reunir todo el acervo del saber humano buscando ofrecer una visión armónica y unitaria del mismo. 

Es decir, mirar a la Universidad, institución que se fraguó en el crisol de la cristiandad medieval. Ciertamente, ya antes, la Academia Platónica realizó una función análoga, pero esa tradición intelectual se rompió; la universidad, en cambio, ha cultivado ininterrumpidamente el saber hasta nuestros días.

Contra lo que pudiera pensarse, el desarrollo del conocimiento en la universidad cristiana no era a base de un cerrado dogmatismo. Por el contrario, estaba institucionalizada y convenientemente estructurada la discusión abierta, más incluso que en la actualidad.

¿Por qué? Porque, de intento, se buscaba la interdisciplinariedad. En efecto, en el claustro universitario se compartían los conocimientos de los distintos saberes. La diferencia estriba, quizá, en la actitud y el punto de partida. 

La búsqueda de la unidad en el conocimiento producía una visión sapiencial, unificadora. Los pensadores, sin perder la profundidad en el propio campo, hacían dos esfuerzos complementarios que se perdieron con posterioridad: el empeño por expresarlo en términos comprensibles a quienes cultivan otras disciplinas, y el esfuerzo por no perder la visión de conjunto, ubicando su saber dentro de una totalidad armónica de conocimientos.

Así, mientras el intelectual heredero de la Ilustración busca cuestionarse, señalar las rupturas, indagar en las motivaciones oscuras del pensamiento, el pensador medieval buscaba la unidad superior del saber. 

Sabía que él no la alcanzaría solo, y por ello no entendía su labor aislada, como la de un guerrillero, sino como parte de un gran concierto, como miembro de un gran colegio, como parte de un gran proyecto al que él, simplemente, aporta lo más granado de su esfuerzo. 

Quizá debamos recuperar un poco algo de esa versión sinfónica del saber, de esa empresa unitaria del conocimiento, para recuperar la visión sapiencial, la visión de conjunto. 

Idolatrar el individualismo no es sano, romper los puentes peligroso, máxime cuando el desequilibrio y la desproporción entre el poder técnico, el saber ético y el ejercicio político pueden terminar por destruir la humanidad.

CIENCIA EN CRISIS: BEBÉS MODIFICADOS GENÉTICAMENTE

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon     lfvaldes@gmail.com

El científico chino He Jiankui anunció que modificó el ADN de dos bebés para que fueran inmunes al VIH. La respuesta de la comunidad científica internacional ha sido unánime: eso no fue ético.


1. Una posible chapuza. En su intervención durante la 2ª Cumbre Internacional sobre la Edición del Genoma Humano, el genetista chino He Jiankui anunció el nacimiento de dos gemelas cuya ADN había sido modificado, utilizando la técnica CRISPR-Cas9, para que fueran resistentes al virus del SIDA.

El investigador chino no ha sometido su investigación a la revisión de otros científicos, ni ha revelado la verdad a algunos de sus colaboradores y no ha tomado en cuenta el consenso internacional contra la edición genética en bebés. 

Por eso, según M. Vidal, “su experimento ha generado una repulsa tan inmediata como generalizada” (El País, 29 nov. 2018).

El diario El País tildó a He Jiankui, como “un fracasado buscador de gloria”, mientras que La Vanguardia publicó la noticia con este titular: “La gran chapuza genética del doctor He”, y además lo compara con el embriólogo italiano Severino Antinori cuando anunció en el 2002, también sin pruebas, que había clonado embriones humanos y los había implantado en tres mujeres.

2. El riesgo de la manipulación genética. El supuesto experimento del Dr. He Jiankui consistiría en eliminar del material genético (ADN) de las dos niñas el receptor molecular (el gen CCR5) a través del cual el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) puede penetrar la célula e infectarla.

Según el biólogo alemán Jan Korbel, entrevistado por el periódico digital Deutsche Welle (DW), “este procedimiento no solo es éticamente criticable, sino muy arriesgado”, porque durante el procedimiento para quitar del ADN el receptor molecular del VIH, también se pueden quitar otros genes que en el futuro afectarán a esas niñas (DW, 26 nov. 2018).

Además, Josep Corbella explica que la edición genética que ha realizado He Jiankui no tiene justificación médica, porque “una de las niñas que presuntamente ha nacido sigue siendo vulnerable al VIH porque tiene una de las dos copias del gen intacta, cosa que He sabía –o hubiera debido saber– antes de implantar el embrión.” (La Vanguardia, 29 nov. 2018).

3. Una reacción a favor de la ética. Aunque la veracidad del experimento está en duda por parte de la comunidad científica, la noticia ha unido a decenas de científicos internacionales quienes ha condenado falta de ética de He Jiankui.

La agencia Reuters reporta que más de 100 científicos, chinos la mayoría de ellos, escribieron una carta abierta y publicada la web de noticias china Paper, en la que afirman que “el análisis ético biomédico de esta denominada investigación sólo existe de nombre. Llevar a cabo experimentos humanos directos sólo se puede describir como una locura.” (La Jornada, 27 nov. 2018).

Con motivo de esta noticia, el Comité de Bioética del Consejo de Europa recordó que la ética y los derechos humanos deben guiar cualquier uso de las tecnologías de edición del genoma en los seres humanos, y alertó que la edición del ADN plantea “muchos problemas éticos, sociales y de seguridad” (infosalus.com, 30 nov. 2018).

Epílogo. He Jiankui acaba de abrir la “caja de pandora”, pues ha puesto en riesgo la salud futura de seres humanos. Resuenan las palabras que la serpiente a Eva: “seréis como dioses”. Sin embargo, han sido la comunidad científica y medios de información laicos los que han protestado por el experimento de He, y han recordado que la ciencia no debe rediseñar a los seres humanos.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

APORTACIONES RELEVANTES DE "LA CARTILLA MORAL"

Mtro. Rubén Elizondo,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubeliz@gmail.com

La “Cartilla moral” de Alfonso Reyes examina entre otros temas, los siguientes: la Constitución no escrita; la naturaleza humana; la actividad de humanizar; la civilización y cultura degeneran si se prescinde de la moral, la libertad para el bien y el mal, la importancia del respeto a la familia; el respeto que cada ser humano se debe a sí mismo; el problema de la política y el respeto a la ley. Transmito entre comillas frases directas del escrito. Se explican pos sí mismas.


“Podemos figurarnos la moral como una Constitución no escrita, cuyos preceptos son de validez universal para todos los pueblos y para todos los hombres” (Nota: “Los mandamientos básicos de la moral, que más adelante vamos a estudiar, son válidos para todos los hombres y en todas las épocas. Por eso se dice que la moral es universal”)

“La tarea de la moral consiste en dar a la naturaleza -humana- lo suyo sin exceso. La voluntad moral trabaja por humanizar más y más al hombre, levantándolo sobre la bestia”.

“Cuando pierden de vista la moral, civilización y cultura degeneran y se destruyen a sí mismas” (Nota: “Dada la libertad del hombre, éste puede usar su poder transformador tanto para el bien, como para el mal. Así como se han inventado antibióticos para aliviar enfermedades, también se han fabricado armas que se usan no sólo para la defensa, sino para matar y destruir”).

“Lo primero es el respeto que cada ser humano se debe a sí mismo, en cuanto es cuerpo y en cuanto es alma. A esto se refiere el sentimiento de la dignidad de la persona”.

“Después del respeto a la propia persona, corresponde examinar el respeto a la familia: el mundo humano que nos rodea de modo inmediato”. “La familia es un hecho natural y puede decirse que, como grupo perdurable, es característico de la especie humana.”

“Nuestra existencia no sólo se desenvuelve dentro del hogar sino que transcurre en compañía de un grupo de hombres, entre la gente.”

El problema de la política es lograr que esta convivencia sea lo más justa y feliz, tanto dentro de una nación, como entre unas y otras naciones.”

“El segundo grado del respeto social se refiere ya a la sociedad organizada en Estado, en gobierno con sus leyes propias. Este grado es el respeto a la ley que asume a su vez, varias categorías”.

“Las sanciones contra las violaciones a estos respetos ya no se dejan a la mera opinión pública; son verdaderos castigos: indemnización, multa, destitución, prisión, pena de muerte, etc., según las leyes de cada país.

“Todos los respetos de que hemos hablado, mandamientos de la moral, se resumen en aquel eterno principio: "No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.”

“Hay un sentimiento que acompaña la existencia humana y del cual ningún espíritu claro puede desprenderse: hay cosas que dependen de nosotros y hay cosas que no dependen de nosotros. Se trata de lo que escapa al poder de los hombres todos, de cualquier hombre”.

Ello puede ser de orden material, como un rayo o como un terremoto; o de orden sentimental, como la amargura o el sufrimiento inevitables en toda existencia humana, por mucho que acumulemos elementos de felicidad; o de orden intelectual, como la verdad, que no es posible deshacer con mentiras y que, a veces, hasta puede contrariar nuestros intereses o deseos”.

“En esta dependencia de algo ajeno y superior a nosotros, el creyente funda su religión”.

Anoto: En cambio, la moral natural es universal para todos los hombres de todos los tiempos y culturas.

No me parece adecuado y sí un extravío, recluir al campo interior de la conciencia personal, la decisión de dar o quitar valor a los principios que rigen inevitablemente la vida de los seres humanos.

El orden natural es universal e inmutable y como tal debe enseñarse en todo sistema educativo, de la misma forma en que se aprende la lengua materna.

Ciertos nuevos políticos muestran haber perdido la capacidad de reconocer principios universales que no cambian. Y confirman esa incapacidad con la pretensión general de que los conflictos esenciales de la patria, que en realidad son problemas humanos, se han de resolver siempre con la palabra mágica democracia.

martes, 27 de noviembre de 2018

“ES DE BIEN NACIDOS, EL SER AGRADECIDOS”

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Acabamos de celebrar “El Día de Acción de Gracias”, costumbre multisecular debido a ser la época en que se concluye la recolección de las cosechas agrícolas y comienza el período anual que muchos tienen de descanso.

Considero importante reflexionar sobre la frase, ¿por qué ser agradecidos? Sin duda, se trata de las actitudes más nobles de un ser humano que -al no poder realizar una actividad o estar impedido o al recibir un servicio- sea ayudado por los demás y el beneficiado responda con una amable sonrisa y diga expresamente:

“¡Muchas gracias! ¡Muy amable!”

¿Por qué? Porque es una expresión que nace del corazón. Toda persona, por modesto que sea el trabajo que realice, tiene una gran dignidad. 

Hace pocos días me encontraba en un centro de copiado, y en la cola de las personas que esperábamos ser atendidos, se escuchó la voz de una señorita que dijo en voz alta y atropelladamente al empleado: “¡Tengo prisa! ¡Necesito diez juegos de este dossier y que los engargole!”

El dependiente se encontraba trabajando en la impresora y se volvió hacia ella y le contestó amablemente: 

“-Buenos días, señorita. ¿Qué se le ofrece?... En cuanto le toque su turno, con gusto la atenderé”. 

Noté que de inmediato cambió la joven de actitud. Le respondió a sus buenos días y de modo más cordial y sereno le hizo su petición, a la vez que le dio las gracias al empleado por su servicial respuesta.

Pensé: ¡qué importante es tratar a las gentes como personas y no como máquinas o robots!

Y es que a lo largo de la jornada nos vamos encontrando con personas que nos van prestando diversos servicios y considero de justicia el saber agradecérselos y reconocer su esfuerzo, muchas veces discreto y poco perceptible. 

Si vamos al  supermercado, saludar y dar las gracias a la cajera; lo mismo si se trata de la farmacia o del empleado del banco; si nos abre la puerta un conserje; con el joven que nos sirve la gasolina en el coche; con los policías de seguridad de una institución…

La pregunta es: ¿qué tanto nos cuesta hacer una mínima pausa, mirar con calma a la cara, sonreír y darles amablemente las gracias, además de una propina, si es el caso?

Hace un par de días observé en una transitada avenida, mientras los automovilistas esperábamos el cambio de luz en el semáforo, a un anciano campesino que le solicitó una limosna al chofer de una camioneta. 

Éste le comentó que en ese momento no llevaba monedas consigo, pero que con gusto le regalaba una torta de las dos que le había preparado su esposa y que no se había comido. 

Reconozco que esa escena me conmovió porque hay que señalar que el chofer de la camioneta era una persona de escasos recursos, pero se apresuró en ayudar a otro semejante que necesitaba de su auxilio. El anciano le sonrió complacido y le dio efusivamente las gracias. Aquéllo era un ejemplo de solidaridad, servicio y una acción de gracias.

El ser agradecidos es una conducta que se valora mucho en la convivencia familiar, en las relaciones de trabajo, en la vida social, en la conducta ciudadana…Viene a ser como un lubricante que ayuda a que las piezas del conjunto social se muevan suave y armónicamente.

Escribía un pensador de nuestros días: “Nadie lo hará también como tú, si tú no lo haces”. El crear una “cultura del agradecimiento” contribuye de forma importante, y en todos los ámbitos, a generar una sana y constructiva convivencia y a dar buen ejemplo de cómo valorar el trabajo y servicio de los demás.

lunes, 26 de noviembre de 2018

MARIHUANA: "YA ES LEGAL, PERO NO LA FUMES"

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon    lfvaldes@gmail.com

La reciente legalización de la cannabis en Canadá, y próximamente en México y varios países más, nos revela una paradoja: ahora los gobiernos deberán proteger a los adolescentes del posible daño cerebral. Entonces, ¿para qué legalizar un producto que clínicamente no es seguro?


1. El panorama internacional. Fue Uruguay el primer país americano que legalizó la marihuana en 2013. Ahora Canadá, un país de gran influencia en la Commonwealth y también en el continente americano, hizo lo mismo en junio de este 2018.

México, después de una larga guerra contra el narcotráfico, ha puesto las bases para esta legalización, primero con la despenalización de la posesión de pequeñas cantidades (2009), y luego con una serie de fallos de la Suprema Corte de Justicia, desde 2015. 

Ahora el Gobierno del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, presentó un ley regula la producción, venta y consumo de la cannabis, que se aprobaría en 2019 (El País, 9 nov. 2018).

En Nueva Zelanda, habrá un referéndum en 2020 sobre la legalización y regulación del consumo de esta yerba por parte de adultos. Holanda, donde es legal desde los años 70, ahora buscará ampliar la ley que permite la distribución de esta droga (El País, 18 oct. 2018).

2. Proteger a los jóvenes. Tan pronto como la ley que legaliza la marihuana en Canadá entró en vigor el pasado 17 de octubre, el propio Gobierno canadiense inició una campaña de educación pública enfocada en prevenir a los jóvenes de los peligros que la cannabis tiene para ellos.

El New York Times (NYT) resumió así esta campaña: “El mensaje de Canadá a los adolescentes: la marihuana ahora es legal; por favor, no la fumes”. Y cita a un oficial de salud pública, el Dr. Paul Roumeliotis, de Ontario, que declaró: “No porque sea legal es segura. Ese es nuestro mensaje real”.

Aunque el objetivo de esta ley es regular el mercado de la marihuana para hacer que los distribuidores ilegales quiebren, y así la droga llegue menos a los adolescentes, la realidad es que los muchachos canadienses son los que más utilizan cannabis en el mundo.

Por eso, el Dr. Benedikt Fischer, científico del Centro de adicciones y salud mental de Toronto, afirmó que “el elemento de legalización más falso” es que la nueva ley mantendrá la marihuana “fuera del alcance de los niños”.

3. Peligro de daños cerebrales. El NYT explica que la mayoría de los científicos está de acuerdo en que el riesgo para los cerebros jóvenes es mayor en aquellos que empiezan a fumar a los 12 años o antes, en los que lo hacen con regularidad y en los que consumen marihuana de alta potencia.

Ese mismo periódico recoge la declaración de la terapista canadiense Jenny Hanley, quien cuestiona fuertemente la decisión gubernamental: “Está demostrado que el cerebro no para de crecer hasta que tienes 25 años, y ahora les vamos a vender [cannabis] a gente de 19 años. ¿Qué diablos estará pensando nuestro gobierno?”

Y añade el NYT que varios estudios encontraron que el uso constante de la cannabis por parte de adolescentes cambió tanto la estructura de su cerebro como la función cognoscitiva de largo plazo.

Epílogo. Es un dato científico que la marihuana afecta la salud mental de los adolescentes y los jóvenes. Entonces, ¿para qué legalizar la producción y el consumo de marihuana para los adultos, si esta droga no es segura para los jóvenes?

Si para garantizar la libertad de un adulto de utilizar cannabis, una ley implica un grave riesgo para la salud mental de los jóvenes, entonces esa ley compromete el futuro de una nación.

¿Será pues una buena decisión legalizar la marihuana?

ESTAR COMPROMETIDO O "PONERSE LA CAMISETA"

P. Mario Arroyo,
Doctor en filosofía.
p.marioa@gmail.com

En el argot popular se utiliza la expresión “ponerse la camiseta” con la idea de estar comprometido, “de ser parte del equipo.” Esto es particularmente notorio, por ejemplo, en los hinchas de un equipo de futbol y, quizá con mayor seriedad, al sentirse parte de un país o de una empresa, con la idea de sacarlos adelante todos, unidos, en equipo. 


Esa realidad humana, que viene a identificarse con los valores de lealtad, compromiso, sentido de pertenencia, por ejemplo, a la propia familia, puede muy bien extenderse al ámbito de la religión.

 En este caso, “ponerse la camiseta de la fe” equivale a sentirse parte de ella, directamente involucrado, comprometido con la causa. Es decir, si “se hunde el barco”, “nos hundimos juntos.” El sentido de pertenencia a la religión puede ser igual de fuerte o más, que al de la propia familia.

En este contexto, ahora más que nunca, parece importante definirse. Si soy o no soy, con quien estoy. Aclarar la propia identidad religiosa e intentar ser consecuente. 

Un ejemplo contemporáneo de ese sentido de pertenencia, más fuerte incluso que el apego natural a la vida y a la propia familia, es el caso de Asia Bibi, madre pakistaní de cinco hijos, acusada falsamente de blasfemia, que ha estado nueve años en prisión, con una condena a muerte sobre su cabeza, y ahora ha sido absuelta; pero en realidad, el gobierno pakistaní parece estar haciendo una jugada estilo “Poncio Pilatos”, pues la deja salir de la cárcel, pero no del país. 

Es una forma de decir: “no te mato yo, ya lo hará la gente enardecida”. Ella es, ante todo y por encima de todo, discípula de Jesucristo, es su identidad más profunda y no está dispuesta a renunciar a ella, ni a la dignidad de su conciencia, aún a costa de la propia vida.

Análogamente, los católicos de la “estadística”, estaríamos invitados a realizar ese balance. “Soy, o no soy.” Ahora más que nunca no resulta fácil. Hay muchos escándalos que pesan sobre la Iglesia, y se antoja decir, “yo nada tengo que ver con eso, ni quiero involucrarme con ello.” 

Esa actitud es comprensible, y ha producido una dolorosa sangría de fieles dentro de las filas de la Iglesia. Ciertamente la prioridad es terminar con los abusos, los escándalos, hacer justicia a las víctimas. Pero ello no justifica el abandono de la fe.

Hay dos razones de fondo. La primera, es más bien de carácter cultural o ambiental. La enormidad de las faltas, lo grotesco y perverso de los delitos y encubrimientos, pueden malamente servir para justificar nuestra mediocridad moral o espiritual. “Si estos son así, ¿qué importa que yo haga tal o cual cosa?” 

Más aún, parece ser que existe una obsesión o prurito de mostrar que en realidad todo es así, que toda apariencia de bien y honradez esconde inconfesados afanes de poder, manipulación, o simplemente maquilla bien y esconde las propias miserias. 

Hay un empeño que parece estudiado y diseñado, por mostrar que, en realidad, “todo está podrido”, “todo es corrupto”, “todo esconde inconfesables vicios, afanes de poder y dominación”. Es como la ebriedad de un grito desesperado: “la humanidad está corrompida irremisiblemente, date cuenta de ello, no seas ingenuo e idealista y únete a nosotros”. Es la solidaridad del mal.

El segundo motivo, en el caso de la Iglesia, es un error de perspectiva frecuente: el clericalismo. Por algo Francisco, en la última carta escrita con motivo de los recientes escándalos de pederastia en Estados Unidos, hace un llamamiento y recuerda que “es la hora de los laicos”, es decir, el protagonismo lo tienen aquellos que no han recibido las órdenes sagradas, pero que forman igualmente parte de la Iglesia por estar bautizados. 

El error es una falacia simple: confundir la parte con el todo. La jerarquía es la Iglesia, pero no toda la Iglesia, ni siquiera la parte más importante de la Iglesia. La jerarquía existe en función de los fieles laicos.

En este sentido, tanto el Papa como el último bautizado, tienen la misma finalidad: ser santos, alcanzar la plenitud del amor a Dios y al prójimo. Tienen los mismos medios para conseguirlo, y no otros: oración, sacramentos, obras de caridad y misericordia, trabajo bien hecho, vida familiar bien llevada. “Ponerse la camiseta” es caer en la cuenta de la propia identidad y del propio llamado; no justificarse en los errores y miserias de los demás. 

No somos ajenos a ellos, nos duelen, pero en lugar de movernos al abandono, nos invitan a tomar más en serio nuestra fe. Como dice san Pablo: “no te dejes vencer por el mal, vence al mal con el bien”, o como señala el Apocalipsis: “el sucio que se manche aún más y el santo, santifíquese todavía más.” A mayor corrupción, más empeño por vivir la fe. Si los pecados de algunos tornan irreconocible el Rostro de Dios, el empeño de otros puede volver a hacerlo creíble y atractivo.

jueves, 22 de noviembre de 2018

¿POR QUÉ HAY COSAS QUE NOS HACEN REÍR?

Raúl Espinoza Aguilera,
@Eiar51

Hay detalles que resultan ser como disparadores de la risa. El pensador francés Henri Bergson enumera algunos de los elementos que causan hilaridad:


I.LA CONFUSIÓN: Recuerdo un filme de Charles Chaplin en el que se enamora perdidamente de una bella joven. Por distracción, le quiere ofrecer un ramo de rosas béisbol. Entonces la chica se asusta y sale huyendo de la infructuosa declaración de amor.

II.LO INESPERADO. Un mesero en un restaurante lleva una enorme bandeja con abundantes platillos y bebidas, de pronto resbala al pasar junto a una mesa, y va a dar de bruces contra una elegante y longeva señora, quien enfadada le tunde con su bastón.

III.LO RIDÍCULO: Seguramente recordamos a Cantinflas bailando un Danzón, y, al finalizar, daba un enorme brinco, de tal forma que, al caer con estrépito, sus pantalones –amarrados con un mecate- iban a darle hasta los pies y tenía que hacer un vergonzoso mutis, ante la incontenible risa de los asistentes a la fiesta.

IV.LO ILÓGICO: Como aquel sabio profesor que metido en su laboratorio haciendo una investigación, es invitado a jugar tenis. Salió de su casa y se introdujo al club deportivo. Mientras se quitaba la ropa en el vestidor, continuaba muy concentrado en los experimentos químicos que estaba realizando. Después, se enfiló con brioso aire deportivo hacia las canchas con una raqueta, su blanca gorra y sus nuevos tenis, pero cometió un pequeño despiste: en vez del short y la playera blancas, atuendos apropiados para practicar a ese deporte, por distracción, ¡se puso las pijamas rojas de dormir!

V.EL CARIZ PSICOLÓGICO: Otras veces, el prototipo es la representación de una personalidad peculiar, por ejemplo, un aprehensivo. Aquél que constantemente teme que lo toquen porque piensa que se va contaminar con alguna extraña bacteria. Pero al salir de su casa, caminando rumbo al trabajo, todos los conocidos se acercan a estrechar su mano y el angustiado personaje se va lavando una y otra vez sus manos, dónde y cómo puede. El colmo es cuando su querido primo, mecánico con grasa en su overol y, por si fuera poco, se está sonando ruidosamente, lo corretea para saludarlo y darle la mano, y el protagonista muy afligido, huye, despavorido...

VI.LO EXAGERADO: Otras veces lo desproporcionado o exagerado es lo que nos produce risa. Como aquel chiste que dice que había un señor, de edad avanzada, que a lo largo de su vida se había sometido a tantas cirugías plásticas para no verse tan viejo y tenía tan restirada la piel, que al levantar la ceja derecha se le resbalaba el calcetín izquierdo y viceversa.

VII.LOS JUEGOS DE PALABRAS: El jugar con las palabras siempre ha tenido un especial atractivo y es un recurso habitual de la comicidad en todos los idiomas.

Se cuenta que un médico, profesor de Anatomía, en un examen oral, cuestionó a uno de sus alumnos lo siguiente: -A ver, compañero, explíqueme con detalle qué es el píloro. Sorprendido el estudiante, se limitó a responder: -Ignórolo. A lo que el catedrático le contestó con determinación: -¿Ah, sí? Pues, repruébolo!

VIII. LA IMITACIÓN: Los compañeros de escuela, universidad o trabajo que espontáneamente tienen el don de imitar a personas o animales suelen causar hilaridad.

Se dice que existen dos verdaderos enemigos de la salud corporal y mental: 1) el mal humor y, 2) la melancolía. Por consiguiente, el sentido del humor es señal cierta de madurez en la persona. 

El aprender a reírse sanamente de las cosas divertidas que nos suceden en la vida, reírse alegremente en compañía de los amigos, e incluso, de uno mismo, cuando la ocasión se preste, es una sana terapia para la salud mental. 

Además, el anhelo de hacer felices a los demás es realmente el verdadero motor que nos mueve a dar un “plus” para hacer sonreír a los que nos rodean. Por ello, ¡vale la pena vivir con alegría, optimismo y buen humor!

miércoles, 21 de noviembre de 2018

¿SOY UN TERRORISTA SIN SABERLO?

Pbro. José Martínez Colín,
articulosdog@gmail.com

1) Para saber

Aristóteles fue un gran filósofo, científico y uno de los hombres más sabios de la antigüedad. Fue discípulo y amigo de Platón, otro gran filósofo. 


Se cuenta que en una ocasión, discutía con otros filósofos una teoría con la que no estaba de acuerdo. Entonces uno le recordó: “Pero es Platón quien lo dice”. A lo que respondió Aristóteles: “Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad”.

La virtud de la veracidad es la que protege el octavo mandamiento y que ahora abordó el Papa Francisco: “No darás falso testimonio contra tu prójimo, ni mentirás”. La gravedad de la mentira está en que deteriora las relaciones, e impide el amor.

¿Pero qué significa decir la verdad? El Papa responde: No basta ser sinceros, pues uno puede equivocarse siendo sincero. La verdad encuentra su plena realización en la persona de Jesús, quien “ha venido al mundo para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). 

Jesús lo vemos siempre coherente, hasta en su forma de morir, que manifiesta su amor misericordioso y fiel. Jesús va de acuerdo siempre con lo que es y con la realidad.

2) Para pensar

Al mismo Aristóteles le preguntaban una vez: “¿Nunca has mentido tú?” Y respondió: “Sabiendo que mentía, no”. Y volvieron a cuestionarlo: “Y ¿no crees, entonces, que la mentira es útil?” El filósofo contestó: “Sí; para lo único que sirve la mentira es para que no te crean cuando dices la verdad”.

A veces uno se puede acostumbrar a decir mentiras, pero no es natural hacerlo. Los padres de un hijo de tierna edad pueden atestiguar la lucha espiritual que le cuesta al niño decir la primera mentira: le tiemblan los labios al niño, mira con el espanto de ser descubierto, ¡Cómo arde su rostro y con qué ritmo late su corazón!

¿No prueba este pequeño, con mayor elocuencia que cualquier argumento, ser la mentira contraria a la naturaleza? Y aunque con la mentira no se causara daño a otro, sí nos dañamos a nosotros mismos. 

La mentira se parece al arma del indígena de Australia (el bumerang), que una vez lanzada, o bien da en el blanco y lo destroza (es la mentira maliciosa), o falla, y entonces vuelve al que la ha lanzado y lo hiere a él.

Preguntémonos: ¿qué verdad atestiguan nuestras palabras? ¿Soy un testigo de la verdad o soy más o menos un mentiroso disfrazado de verdadero?

3) Para vivir

Hay el peligro de tomar la verdad como excusa para absolutizar nuestras opiniones o desprestigiar a alguien. El Papa Francisco nos previene contra los chismes que destruyen la unidad y afirma que un chismoso o una chismosa es un terrorista porque con su lengua tira una bomba y se va tranquilo, pero esa bomba destruye la fama de los demás.

No dirás falso testimonio significa vivir como un hijo de Dios, y no decir mentiras. De nuestra confianza en Dios, que es Padre y me ama, nace mi verdad y el ser veraz: no querer defraudarlo. 

Ojalá se pudiera decir de nosotros: “Este hombre es un hombre verdadero, o esta mujer es una mujer verdadera”. Pero ¿por qué, si no abre la boca? Porque se comporta como verdadero, como verdadera. Dice la verdad, actúa con la verdad. Una hermosa manera de vivir para nosotros.

UNA CONSTITUCIÓN MORAL INSPIRADA EN LA OBRA DE ALFONSO REYES

Mtro. Rubén Elizondo,
Departamento de Humanidades de la
Universidad Panamericana. Campus México.
rubliz@up.edu.mx

En el mes de noviembre de 2011, Letras Libres (No. 206) publicó un artículo muy interesante:

“AMLO y su “Cartilla moral”. La rúbrica es de un colaborador de la revista. “Un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna”, (cfr. https://www.letraslibres.com/mexico-espana/amlo-y-su-cartilla-moral, in fine).

El autor escribe al final de su artículo: “Es obvio que una de las lecciones de la “Cartilla moral” que mejor leyó el candidato es la que avisa del peligro de tomarnos “con demasiada solemnidad, porque ello esteriliza el espíritu, comienza por hacernos vanidosos y acaba por volvernos locos.”

Al inicio de la “Cartilla moral” (p.39, edición UANL) se lee: LECCIÓN I. LA MORAL Y EL BIEN Y en el primer párrafo: “El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha, pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general” (cita n.3: “El fin último del hombre es la felicidad plena y definitiva; para alcanzarla necesita actuar de acuerdo a la moral procurando el bien”).


Las lecciones de la “Cartilla moral” –conciencia del entorno—obra de Alfonso Reyes (1889-1959), son descalificadas por el articulista, no con argumentos de razón sino con falacias emocionales y ad hominem: “un gordo adinerado, funcionario amigo de poderosos y del “partido oficial”, que exige respeto al Estado, y que además por haber vivido en el siglo pasado rebasó su fecha de caducidad”. (cfr. artículo mencionado). 

Si esas lecciones esterilizan el espíritu, trastocan al lector en vanidoso y acaban por volvernos locos, no alcanzo a explicarme la génesis por la cual ahora, a pocas décadas de haber desechado la aportación de Reyes, nos topamos con gran número de pensadores de espíritu infértil pero libre, hinchados vanidosos y notoriamente chiflados.

Pitágoras, Beethoven, Mozart, rebasaron su fecha de caducidad, y siguen siendo actuales. Lo mismo sucedió con Eratóstenes, Euclides e Hypatia de Alejandría. No digamos con Arquímides, Newton, Shekaspeare y Cervantes. 

Infinidad de arcaicas cumbres nevadas continúan fertilizando el valle intelectual y cultural del ciudadano común y corriente con el beneficio del agua de su deshielo.

En cierto sentido el Código de Hammurabi es actual y no es manifestacion religiosa. Si los dioses lo entregaron al príncipe, y dioses hubo por todas partes en aquellas culturas, más bien parece que la “entrega” revela el descubrimiento de comportamientos que deben ser así, porque responden a la naturaleza del ser humano en cuanto animal racional.

El colaborador de Letras Libres es diestro en poesía mexicana moderna y afamado escritor.

Su obra es brillante, de excelente prosa y reconocida calidad. Pero en cuestiones de moral y/o ética le falta recorrer todavía más el largo camino del conocimiento de la disciplina filosófica llamada Ética o Moral. 

Como a todos en este país, a él también le asiste la libertad de exponer lo que le venga en gana o, como insisten los mass media, “está en todo su derecho” de exteriorizar su particular modo de pensar.

Así las cosas, resulta conveniente descifrar pronto qué sea la ética o la moral. Me parece relevante acudir a la etimología de la palabra pues en el concepto original se encuentra su significado, su límite y su concordancia.

Moral es un concepto de germen latino. Proviene del término moris (“costumbre”). Se trata de un cúmulo de usos, valores y normas de acción para un ser humano en uso de razón. 

Funciona como una guía para obrar. La moral orienta acerca de lo que el ser humano debe hacer o evitar, en orden a la felicidad en esta vida. Fin, bien y felicidad coinciden en cierto sentido. 

De esta forma, a los actos humanos se les califica de correctos (buenos) o incorrectos (malos). Pero esta guía no es de religión. Es un indicador de la naturaleza humana, es principio de operación. Comúnmente se le denomina ley natural moral. Y se encuentra inscrita en los corazones de todos y cada uno de los hombres, independientemente de la cultura, época, religión, nacionalidad, idioma, siglo o modo de pensar.

Ética proviene de la palabra griega ethos, especie de naturaleza y chispazo de actuación. El hombre –varón, mujer-- va forjando su carácter al tiempo que contrae hábitos. 

Desde esta perspectiva, la expresión adquiere un sentido moral, porque el ethos es lo que se forma en el hombre con base en su modo de vida, fundado en principios de carácter natural y es susceptible de una valoración como acto humano bueno o malo.

En resumen, moral y ética significan lo mismo. No se debe confundir moral con ética y menos con principios religiosos de ningún tipo. Tampoco se debe confundir moral con “moral cristiana” ni envolver la ética con la “ética cristiana”.

¿Qué contenido religioso muestran los siguientes principios de actuación? “Haz el bien, evita el mal”; “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”; “El todo es mayor que la parte”, “Todos los hombres tienden naturalmente a saber”, “No se debe quitar la vida a un inocente”, “No se debe robar”, “A todo cargo, corresponde un abono”, “A nadie le gusta que le engañen”, “El respeto al derecho ajeno es la paz”, “Solidaridad con el necesitado”, “Todos tenemos derecho a la honra”, y otros más. 

Son principios de orden natural, denominados ley natural moral. Si los principios señalados caducan con el siglo, habrá que construir otros puntos de apoyo notoriamente superiores para mejorar la educación del ser humano. 

No cabe duda que la descalificación de la ley natural moral esteriliza, vuelve vanidoso y termina por enloquecer al más inteligente de los intelectuales y al más inteligente de los mediocres.

Y de paso, la deposición de los principios de ley natural moral destruye nuestro hogar común. Ya lo estamos viendo. ¿Queremos ver más devastación?

viernes, 16 de noviembre de 2018

LA NUEVA RELACIÓN ENTRE CIENCIA Y FE

Luis-Fernando Valdés,
@FeyRazon    lfvaldes@gmail.com

Después de siglos de desencuentros entre los científicos y la religión católica, el Papa Francisco propone un nuevo esquema de cooperación entre los dos ámbitos, para el cuidado del planeta y el desarrollo de la sociedad.


1. Un nuevo modelo de diálogo. Aunque es muy conocido el Caso Galileo, quizá pocos saben que la Santa Sede cuenta con una institución para fomentar el diálogo con los científicos: la Academia Pontificia de las Ciencias, que tiene entre sus miembros a varios ganadores del Premio Nobel.

Durante la Asamblea plenaria de este año (el 12 nov.), el Papa dirigió un histórico mensaje a la comunidad científica, en el que propuso un paradigma de cooperación social como modelo de relación entre las ciencias y la religión.

Francisco explicó que el mundo de la ciencia, que antes tenía “actitudes de desconfianza hacia los valores espirituales y religiosos”, hoy día ha cobrado consciencia de ser parte de la sociedad, y por eso le recordó que está llamado “a servir a la familia humana y su desarrollo integral”.

2. Un panorama enorme para la ciencia. Francisco, un Papa muy sensible a los problemas sociales que hacen sufrir a los pueblos, propuso a la comunidad científica algunos temas para servir mejor a la sociedad.

Las situaciones más urgentes son la “inmensa crisis del cambio climático en curso” y la amenaza nuclear, junto con “salvaguardar la salud del planeta y de las poblaciones”, ya que la salud que está en peligro “por todas las actividades humanas que utilizan combustibles fósiles y la deforestación del planeta”.

Ante este amplio horizonte, el Papa les recordó a los académicos que tienen como vocación “identificar avances innovadores en todas las disciplinas principales de la ciencia de base y reconocer las fronteras entre los diversos sectores científicos, en particular en física, astronomía, biología, genética y química”.

3. Compartir el conocimiento con los países en desarrollo. Con una frase de Pablo VI, el Papa Francisco pidió a los científicos que vivan la “caridad del conocimiento”, es decir, que compartan con los pueblos menos desarrollados los logros científicos “en materia de nutrición, salud, educación, conectividad, bienestar y paz”.

Francisco, les pidió a nombre de esos pueblos, que su “investigación pueda beneficiar a todos”, para que los países sean “alimentados, saciados la sed, curados y educados”; y también exhortó a políticos y economistas a que atiendan las indicaciones de la ciencia para proceder con mayor certeza hacia el bien común, en beneficio especialmente de los pobres y necesitados, y hacia el respeto al planeta.

Epílogo. El Papa Francisco ha convertido las crisis sociales en el “lugar de encuentro” por excelencia. Así como ha fomentado que las religiones trabajen juntas en la ayuda a los pobres y a los migrantes, ahora el Pontífice propone que la relación de las ciencias con la religión se base no sólo en el diálogo académico, sino también en la ayuda para buscar soluciones a los problemas sociales. 

Trabajar juntos por los más necesitados es un novedoso y excelente modelo de diálogo.

LA EUTANASIA O LA ESPIRAL DEL "SENTIMENTALISMO"

P. Mario Arroyo,
Doctor en Filosofía.
p.marioa@gmail.com

El punto de partida es básico: ¿qué se entiende por dignidad? Se habla de “muerte digna”; probablemente el concepto “dignidad” resulta equívoco. 

¿Por qué adelantar una muerte inevitable es más “digno” que esperarla y aceptarla pacientemente? ¿No avasalla precisamente a la dignidad humana el hecho de decidir qué vida merece la pena ser vivida y cuál no? ¿El dolor y el sufrimiento me privan de mi dignidad? 


Esto parece ser la premisa escondida de la eutanasia como “muerte digna”, cuando sucede más bien lo contrario: ambos imponen un religioso respeto.

Resulta útil precisar qué no es la eutanasia, pues a veces se confunden los términos.

No es “encarnizamiento terapéutico”, es decir, prolongar innecesariamente, con medios desproporcionados, una vida, con grave desgaste físico del paciente, y con frecuencia, económico para la familia. Es fruto de no aceptar lo inevitable: la inminente muerte. 

¿Cómo distinguir? En la eutanasia mato positivamente al enfermo que aún vive, o puede continuar viviendo con medios ordinarios, como son alimentación e hidratación; en el encarnizamiento, inicio dolorosos y onerosos tratamientos innecesarios, que no pueden producir la cura, sino únicamente el prolongamiento de la vida doliente del enfermo.

¿Por qué espiral del sentimentalismo? Porque un argumento sentimental ha introducido la brecha de la eutanasia, y esta se ha ampliado cada vez más. 

En una cultura hedonista, incapaz de reconocer valor alguno al sufrimiento, cuando este se presenta y no se puede eliminar, la única respuesta coherente que puede ofrecer es acabar con la vida. 

La vida sólo vale si puedo disfrutar de ella. Es decir, la vida no es digna, entendiendo por dignidad, algo que tiene valor en sí mismo y por lo tanto resulta intangible. 

La vida, en cambio, desde esta perspectiva, puede valorarse sobre la base de una serie de bienes externos a ella: placer, utilidad, rentabilidad, etc.

Con un noble motivo: eliminar el dolor; con una comprensible impotencia frente a él, fruto de haber borrado del horizonte existencial la perspectiva sobrenatural, la eutanasia parece ser la única solución. No es la única en realidad, pero sí la más práctica y económica.

Resulta más rentable para un país invertir en acabar rápido con la vida de sus ciudadanos que en clínicas de cuidados paliativos, donde se les puede dar nivel de vida a los enfermos crónicos o terminales. 

El problema está en que ese argumento sentimental pisotea la dignidad humana en nombre de la misma dignidad, pues la vida se valora con diferentes parámetros, es decir, no es invaluable, no es digna, no es intangible, queda a la deriva de criterios arbitrarios y cambiantes; con frecuencia, la rentabilidad de ahorrarse los gastos en cuidados paliativos.

Así, lo que comenzó siendo la defensa por antonomasia del principio de autodeterminación personal, garantía de la auténtica libertad, rápidamente pasó a depender del “juicio de los expertos”, siendo los médicos y no el enfermo, quienes decidían en la práctica hasta cuando “valía la pena” prolongar la vida. Así ha sido en Holanda y Bélgica, pioneros en estas lides, donde muchas veces no decide el enfermo, sino su familia o el médico, o a veces la familia aconsejada por el médico, hasta cuándo va a vivir. 

La muerte deja de ser un hecho natural para ser provocado, con bastante frecuencia sin la voluntad explícita del enfermo. Se supone que es lo que desearía, si se encuentra inconsciente o, de plano, se le administra contra su voluntad o sin preguntarle. 

Las leyes que en teoría lo impiden están de adorno, pues los mismos médicos son encargados recabar la información en cada eutanasia y, obviamente, no se denuncian a sí mismos. 

En encuestas anónimas, con bastante frecuencia, han reconocido haber tomado ellos la iniciativa, y no hay procesados por haberla practicado sin cumplir todas las prescripciones de la ley.

Pero, además, está el hecho de la espiral. Una vez que acepté la eutanasia de los enfermos terminales, ¿por qué no la de los crónicos? Finalmente sufren más tiempo e “inútilmente”. 

Pero si la acepto para enfermedades físicas, ¿por qué no las psíquicas? Pueden sentirse mucho peor los enfermos psíquicos. Además, el dolor es subjetivo, ¿qué es un dolor insoportable?, ¿quién decide cuando lo es? ¿Por qué solo los adultos?, eso supone discriminar a los niños. 

Así que primero vino la eutanasia con el consentimiento de sus padres, después sin su consentimiento pasados los doce años… Y, el último eslabón: ¿y si alguien sano, ya no quiere vivir?, ¿por qué obligarlo a ello? 

El estado garantiza así el éxito y la higiene en los suicidios. Una vez que la vida deja de ser digna, es decir, intangible o “sagrada”, lo que equivale a sustraída a nuestra arbitrariedad, por las razones más nobles y emotivas que se nos puedan ocurrir, ha perdido valor en sí misma, introduciéndose en una pendiente resbaladiza, donde termina por no valer nada.