jueves, 25 de octubre de 2018

EL ABORTO TAMBIÉN CONSTITUYE UN ACTO DE CORRUPCIÓN

Dr. Jorge Adame Goddard,
adame@unam.mx

Un grupo de legisladores mexicanos de la nueva mayoría afirma que va a proponer una reforma constitucional para legalizar el aborto en todo México. Los legisladores se sienten muy orgullosos de esta iniciativa. Dicen que será un gran progreso. 


Están ciegos. El aborto es corrupción. Matar a un ser humano inocente e indefenso es corrupción del respeto que todos nos merecemos. 

Es afirmar que algunos son indignos de vivir, que no tienen dignidad por sí mismos. 

El aborto es provocar voluntaria y libremente la muerte de un ser humano. inocente e indefenso.

Esa tremenda realidad la esconden con palabras. Dicen que no es matar, que es "interrumpir el embarazo". Pero al interrumpirlo, le interrumpen el alimento, la sangre y la respiración. Lo matan, no hay duda. 

Y eso es lo que quieren los que abortan, que no nazca el hijo que juzgan indigno de vivir.

Los padres que abortan, en vez de recibir al hijo con gozo, cuidarlo y defenderlo.

Libremente deciden eliminarlo, aniquilarlo, porque estorba su proyecto de vida.

Corrompen el amor paterno, lo convierten en egoísmo. El hijo es solo algo que les sirve o no les sirve, y no alguien a quien ellos se comprometan a servir por toda su vida.

Los médicos y enfermeros que abortan corrompen su profesión. En lugar de cuidar y sanar, disponen del paciente, el hijo concebido, como si fuera un animal, un parásito, y lo matan.

Los comunicadores que favorecen o promueven el aborto corrompen las inteligencias de su audiencia, mediante la repetición insistente de que el aborto es algo lícito, algo bueno, un derecho o un servicio de salud. 

En lugar de informar, desorientan. Y se sienten tan seguros por tener a los poderosos de su lado.

Los gobernantes, los legisladores y los jueces que ordenan, aprueban y permiten el aborto corrompen su función pública. 

No protegen a los inocentes e indefensos; tampoco los matan directamente, pero permiten y favorecen, e incluso ordenan que otros los maten impunemente; algunos de ellos, hipócritas, dicen que ellos no abortarían, pero ejercen el poder público para decir imperativamente que el aborto es justo y dan dinero público para financiar a los que matan.

La industria que vende aparatos quirúrgicos para el aborto, las clínicas que cobran por practicar abortos corrompen la empresa, pues no son una comunidad laboral que obtiene un lucro legítimo por la prestación de un servicio social, sino organizaciones criminales que trafican con la muerte de seres humanos inocentes e indefensos.

Esos legisladores que quieren que el aborto se practique en toda la república mexicana, como si fuera algo lícito o justo, promueven la corrupción. ¿O acaso la corrupción consiste únicamente en robar, pero no en matar?

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