miércoles, 18 de julio de 2018

¿POR QUÉ ALGUNOS JÓVENES PIERDEN EL SENTIDO DE LA VIDA?

Alejandro Cortés González-Báez,
www.padrealejandro.com

Un buen amigo me comentaba su honda preocupación por un hijo, que habiendo terminado su carrera universitaria, está sumido en una depresión. Podemos decir que este hombre joven tiene todo a su favor, pues ha podido graduarse en una universidad de prestigio y, como solemos decir, tiene toda una vida por delante.


Nuestro actual sistema de vida, enfocado en gran parte a la búsqueda del bienestar físico y al goce de placeres, resulta frágil cuando lo enfrentamos a esas dificultades que necesariamente tenemos que afrontar.

En el tema de las depresiones, según comentan los especialistas, suelen confluir muchos factores como son la carga genética (por ejemplo: elementos neurobiológicos y bioquímicos), el temperamento, las experiencias desde la más tierna infancia, los problemas económicos, de salud física —tanto propia como familiar—, el ambiente social que puede aceptarnos o rechazarnos por motivos insustanciales, etc. Es muy importante, en estos casos, acudir a la ayuda medica especializada. 

Pero hay otro factor al cual mucha gente no le reconoce la debida importancia; es lo que podríamos denominar vida interior, es decir, la vida espiritual que parte de la aceptación de la existencia de un Dios que al mismo tiempo es nuestro padre. 

Somos conscientes de que a muchos este argumento les suena a cuento de hadas y lo ven como un recurso psicológico para gente débil y sin carácter, para ignorantes que buscan refugios inexistentes al no poder solucionar sus problemas. Sin embargo, habrá que decir que la vida espiritual ayuda a levantar la vista y descubrir un panorama más luminoso y esperanzador. 

Es evidente que en todo el mundo podemos encontrar personas inteligentes, cultas y bien preparadas en todas las disciplinas científicas que no sólo creen en un Dios así, sino que se esmeran en fomentar un trato personal con Él, dedicando tiempos concretos a la oración pues han descubierto que la vida del ser humano se vaciaría de sentido al perder el fin trascendente. En otras palabras, se dan cuenta que recibieron la vida de ese ser eterno para cumplir una misión en este mundo, y que ese fin supera, por mucho, al simple pasárselo bien.

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